Probablemente la cocina mexicana está sufriendo en los últimos años una efervescencia similar a la que sufrió la cocina peruana hace 10-15 años con la irrupción de Gastón Acurio. Y es que, si bien la cocina tradicional, es Patrimonio de la humanidad según la UNESCO desde hace tiempo, los restaurantes en el DF se caracterizaban por su falta de sofistificación. Vamos, que se comía bien (muy bien diría yo) pero sin un componente de innovación importante. Se trataba de preciosos restaurantes tradicionales (tipo La Hacienda de los Morales en Polanco o el maravilloso San Angel Inn en el Sur) donde se podían pedir los platillos típicos de la cocina tradicional mexicana (las botanas de tacos, enchiladas o sopecitos, los deliciosos escamoles en temporada (huevas de hormiga), los chiles en nogada, los gusanitos de maguey y el sempiterno cuatlicoche (hongo del elote o maíz), ricos cortes de carne (arracheras…) y buenos mariscos del Pacífico…) pero con pocas oportunidades para lucirse los chefs.
Sin embargo, esto ha cambiado de manera radical en los últimos 5 años…será por el crecimiento del país, será porque la Ciudad de México ha vuelto a ser la urbe cosmopolita que fue en los 70, será por el descenso de la delincuencia que ha hecho que se salga cada vez más a comer fuera de casa…será por la pléyade de cocineros jóvenes que han revolucionado los fogones de la Ciudad de México…
Se puede hablar de 4 clásicos, todavía muy jóvenes pero que han basado su desarrollo en ingredientes clásicos de la cocina mexicana pero aportando técnicas la vanguardia de la cocina mundial.
Son 3 mujeres: Marta Ortiz Chepe a la que conocí en su delicioso “Aguila y Sol”, que tuvo que cerrar por problemas con la municipalidad (allí, en el cruce de Masaryk con Emilio Castelar está ahora ubicado el “Bar Tomate” de Tragaluz) y que reapareció en Polanco con el exitoso ”Dulce Patria”, Patricia Quintana con su venido a menos “Izote”, Monica Patiño que crea y crea con su hija (imprescindible desayunar en el “Delirio” de la Roma), y un hombre, probablemente el más conocido, Enrique Olvera y su “Pujol”, el único Restaurante mexicano entre los 50 primeros de la Guía Restaurant (también está el Biko en la guía pero no lo considero dentro de esta lista por no ser cocina mexicana).
Tuve el placer (doble) de cenar allí en mi último viaje con mis compañeros Edmundo y Yuri y sus deliciosas esposas. Lo cierto es que fue una comida memorable. Tomamos el menú largo y lo regamos con un delicioso vino del Valle de Guadalupe de Casa Madero; delicioso el pulpo capeado con salsa de chayote y el tamal de cuitlacoche; muy, muy recomendable aunque a mi amigo Carlitos Gil no le guste porque te obligan a elegir uno de los menús completos y no puedes elegir plato a plato…todo se puede mejorar.
Por cierto, este último me recomendó mi último descubrimiento; “el Quintonil”, pequeño local en la calle Newton, con mucho menos encanto que el anterior pero donde se come cocina de autor mexicana a unos precios mucho más razonables. Delicioso el aguachile de almejas negras (una especie de ceviche sabrosísimo) y la lengua de res en mole oaxaqueño; curioso el huazontle (especie de verdura/hoja típica mexicana). Al mando Jorge Vallejo que pasó por el Pujol.
Para acabar, tengo pendiente de conocer 2 restaurantes de los que me han hablado bien: la Bresca y el Secreto; y para acabar, me hablan de maravilla del lugar de moda de cocina mexicana en Madrid, el recién abierto “Punto MX” al que pienso acudir en breve y que, por supuesto, os mantendré informado pues no es fácil encontrar un buen restaurante mexicano en los madriles .
También me hablaron en México de la coronela en el Born de Barcelona…por cierto, propiedad de Antonio Valencia, (el que fue futbolista del Español ya retirado…)
¿y porque no salgo yo? me has censurado de muy mala manera…
Solo este post justifica seguir al viajero y justifica pegarse la escapadita a Ciudad de México.