Llevo toda la semana en México y lo cierto es que llegué al viernes bastante cansado; llevo varios días sin dormir bien y el viaje y el cambio horario no me han ayudado a recuperar. La verdad es que no ha sido una semana fácil con problemas internos dentro de la compañía que me han tenido preocupado. Desgraciadamente, cuando las cosas empiezan a funcionar y se ve un futuro prometedor, la competencia empieza a tocar las narices y a tocar a tu gente. Esto es ley de vida y define las carencias de cada uno, más preocupados de los demás que de sí mismos pero…el tiempo pone a cada cual en su sitio…”arrieritos somos y en el camino nos encontraremos…”
En resumen que el viernes ni salí sino que cené algo cerca del hotel para ver si pudiera recuperar horas de sueño. El sábado por la mañana, tras una carrerita breve por la sección alta de Chapultepec (que duro se me hace siempre correr en México…espero que, cuando menos la altura me ayude en la preparación porque me pongo a correr y ya estoy jadeando….) me acerqué a Coyoacán, barrio/municipio que fue al sur de la Ciudad de México cuyo nombre es algo así como lugar de coyotes. Aquí está la casa familiar de Frida Kahlo, actualmente Museo Frida Kahlo y conocida como la casa azul (no hace falta explicar el por qué).
La historia de Frida es…como diría…muy mexicana; trágica y cómica a la vez, apasionante
desde que un accidente con 18 años en el que su camioneta fue arrollada por un tranvía y se
le introdujo una barra de hierro, empalándola y destruyéndola interiormente lo que, entre otras desgracias, supuso su incapacidad para tener hijos. Este es uno de los temas recurrentes de su pintura, tal vez demasiado truculenta pero, sin duda expresiva como pocas. Para echar más pimienta al asunto, se lió con Diego de Rivera, Personaje con Mayúsculas. Genio con un carácter propio de los genios que debía de complicar mucho la convivencia; mujeriego incorregible se trasladó a la Casa Azul a vivir y trabajar con Frida. En una de las estancias hay una frase escrita en la pared atribuida a Frida que dice algo así como “dicen mis amigos que como se tiene que sufrir conviviendo con Diego, y yo digo, ¿sufren las márgenes del río por el fluir el agua?”.
Pocas veces he visto una forma más elegante de asumir las situaciones “difíciles”.
A esta casa llegó, huyendo de Stalin e invitado a México por Lázaro Cárdenas vía la intercesión de Diego Rivera, el revolucionario comunista Leon Trotski. Tras los muros de la Casa Azul habitó durante un par de años intentando protegerse de la ira estalinista que lo quería muerto bajo cualquier concepto. Finalmente, Diego, comunista ortodoxo como Frida y, por tanto, estalinista, le expulsa de la residencia trasladándose Trotski a una residencia cercana en Rio Churubusco donde era protegido por un ejército de fieles. Tras un primer intento de asesinato por parte de un grupo comandado por el también muralista comunista Siqueiros que fracasa, a pesar de disparar más de 400 balas en el interior de la vivienda, es finalmente asesinado por el agente de la KGB catalán Ramón Mercader que había conseguido infiltrarse entre los fieles de Trotski liándose con una de sus secretarias (parece que muy fea). La historia es realmente de película y, si os interesa, os recomiendo leer la novela de Leonardo Padura (El hombre que amaba a los perros).
Para acabar, la residencia donde fue asesinado Trotski también es un museo que se puede visitar y, como podéis imaginar, es lugar de culto para los trotskistas (la verdad es que yo no la he visitado…me queda pendiente)
Coyoacán, por lo demás, es muy agradable para pasear, se puede uno acercar a la plaza Hidalgo, epicentro de Coyoacán, y comer en alguna de las terrazas o, mejor aún, acercarse al mercado del Carmen) donde se pueden tomar comida corrida en las barras de los puestos y para acabar uno de los famosas paletas o nieves de Coyoacán (helados).
Después de comer, como era sábado, me acerqué al barrio de San Angel, al mercado de San Jacinto donde los pintores venden sus obras todos los sábados. Si os gustan los alegres cuadros de pintura naive mexicana es el sitio donde ir; cuadros coloridos de animales y familias indias o espectáculos como corridas de toros.
A mí el que más gracias me hace es el maestro Enrique Segarra; fotógrafo del México de los años 50 que, sábado si sábado también, se le puede visitar invariablemente con su puro, sentado en su silla plegable y charlando amigablemente con todo aquél que se acerque a observar su obra. Como bien dice, el único vivo de todo lo que aparece en sus fotos es el autor de las mismas. Te explica cada una de ellas, donde fue tomada y que hay ahora en ese lugar….esta pequeña iglesita a las faldas del Popo ahora está rodeada de 2 enormes edificios, en esta solitaria calle delante de la universidad de Guadalajara por la que pasea una pareja de ancianos indios, ahora hay una parada de taxis, esta foto de Diego Rivera la tomé en la casa azul en 1945…y ahora, lo único vivo de todas ellas, repite, es el autor…genio y figura.
Le compré una en la que sale una cantina en Orizaba (Veracruz)y se disculpó 3 veces por el
precio ya que el papel lo tenía que importar de Alemania porque para esos negativos y a no se encontraban en ningún sitio…Maestro, espero seguir viéndolo durante muchos años en San Jacinto!!