Lunes 8 am, tras una noche reparadora, esperamos todos con nuestros bártulos al hombre tranquilo y su autobús que nos ha de dirigir a nuestro siguiente destino: la ciudad colonial de Querétaro donde celebraremos el Consejo de Administración de Logisfashion México de manera excepcional. El no sólo llega cuando quiere, sino que además nunca se para a revisar la ruta sino que va tirando (preguntar no pasa por sus esquemas). Eso sí, nunca pierde la calma, ni cuando después de rodear Querétaro varias veces se da cuenta de que eso no es el centro sino que es el mismo cruce al que, de nuevo, hemos venido a dar.
“Coño Toni (siempre de copiloto) que alguien ponga un GPS que no llegaremos nunca” grita alguien desde atrás del autobús.
“Me duelen mucho las piernas” repite reiteradamente Juan Martínez que cometió el error de levantarse eufórico a darlo todo en el gimnasio del hotel. Lo repite, sin embargo, con un gesto melancólico y cansino que hace que nadie le preste mucha atención.
Finalmente, previo paso por la fábrica de ITR donde nos dan un interesante tour y nos enseñan cómo se realiza el mantenimiento de los motores de avión. No muy relacionado con Logisfashion pero interesante conocer esta empresa que pertenece a la vasca ITP y que empezó como una Joint Venture con Aeroméxico y Mexicana hasta que estas decidieron salirse del negocio. Tras el Consejo, como los resultados de México son para enmarcar con crecimientos por encima del 50%, no da lugar a mucha polémica, nos damos un homenaje en uno de mis restaurantes preferidos de Querétaro: Los Laureles, sito en una preciosa Hacienda en las afueras y propiedad de un gran aficionado a los toros que no deja de visitar ningún año la Feria de San Isidro. Probamos todas las delicias de la gastronomía mexicana, escamoles o huevos de hormiga (es la época), Huitlacoche (el hongo del elote), ricas tortillas rellenas de cabrito y, como toca celebrar y para no perder la costumbre, nuestros tequilitas.
Para bajar la comida, paseíto por el coqueto centro de Querétaro, cuna de la mexicanidad donde la famosa Corregidora (Josefa Ortiz) chivó a los levantiscos encabezados por el cura Hidalgo que los españoles pensaban encerrarlos a todos de una tacada. Toca luego viajecito en autobús hasta Guanajuato donde velaremos armas hasta el día siguiente que aprovecharemos para conocer la ciudad famosa por sus minas de oro y plata. Es curioso porque la ciudad está horadada por túneles que construyeron para desviar el cauce del río inicialmente pero que ahora utilizan como autovías de circunvalación para desviar el tráfico del centro de la ciudad y permitir un uso más amable para los peatones.
Es durante el recorrido, y a los pies de la estatua del gigante Pípila que fue clave para la toma de la alhóndiga de las Granadinas en la Independencia (allí se habían refugiado los españoles) que nos damos cuenta que nuestra llegada a Guadalajara va a estar calentita porque empiezan a llegar mensajes de una situación tensa con nuestro cliente más importante allí…glubs
Con cierto nerviosismo y después de una maravillosa comida a los pies del precioso teatro Benito Juárez en la que hubo tantos cambios de parecer sobre si nos decidíamos por el menú, la carta o el de degustación (al final, como siempre ocurre siendo tantos, no quedó claro nada y trajeron a cada uno lo que, probablemente había pedido pero nunca había querido…) retomamos el camino hacia Guadalajara con Yuri algo cabizbajo por la que se avecinaba al día siguiente. Y eso está bien porque aunque hay que desconectar, los clientes en esta empresa son siempre lo primero (nunca sabe quién leerá esto…)
Y al día siguiente, aparte de la visita de cortesía al cliente (esa sí, la del día siguiente ya no sería tan cortés) visitaríamos, como última fase del tour, el pueblo de Tequila (Jalisco) y concretamente, la Hacienda José Cuervo. O eso pensábamos porque finalmente alguien decidió cambiar los planes de manera repentina y nos quedamos con 2 palmos de narices en el magnífico centro comercial Andares. También contribuyó la tormenta apocalíptica que nos impidió salir durante más de una hora.
Eso sí, no nos privó de la maravillosa cena de clausura en el “Santo Coyote”, maravilloso restaurante tapatío donde además disfrutamos de los mariachis de la mesa de al lado…y sin pagar!
No quita para que al día siguiente, los que acudíamos a la reunión calentita (hubo algunos que se quitaron de en medio y ni reunión, ni autobús…) a las 7 de la mañana (que manía en estos países con los madrugones) como clavos para agarrar el taxi y directos al tajo. Fue duro pero provechoso…por llamarlo de alguna manera…y tras varias horas de reunión, y dejando a medio equipo allí al pie del cañón, Yuri y yo tomamos para el aeropuerto…pero eso en la próxima entrega…
Juanito excepcional como siempre. Un abrazo. te mande lo que me solicitaste de Burdeos, no me comentaste si te sirvió o no o si no lo recibiste. Un abrazo. el jarocho