Cuando llevas una semana en la India y llegas a Shanghái lo primero que quieres hacer es buscar un restaurante donde tomarte un buen pedazo de carne. Y eso fue exactamente lo que hice, nada de experimentos ni de comida china, carne, cuanto más grasienta y sanguinolenta mejor que mejor.
Probablemente, había sido un buen presagio la reunión con nuestro partner en Shenzhen, que no solo nos enseñó la nueva FTZ de Qianhua donde seguramente empezaremos a operar y que es una buena alternativa a los precios prohibitivos de almacenes en Hong Kong, sino que al despedirnos su adlátere nos entregó una caja a Alvaro y otra a mí con lo que definió como una “masterpiece para sellar nuestra amistad”.
Esto es muy chino y sin abrirlo le mandé un mensaje agradeciendo la amabilidad y sobre todo la preciosa y delicada obra de arte que nos había regalado.
Whatsapp de Álvaro al llegar al hotel:
“¿pero tú has visto lo que nos ha regalado el personaje este?” Sin comentarios…
Justo coincidió que estaba por esos lares mi buen amigo (y peor cliente…micro cliente lo tildó alguna vez alguien que le aprecia mucho) Cristóbal. Hombre de buen vivir y mejor comer, me esperaba ávido haciendo hueco entre su ocupada agenda de Teppanyakis en Hangzhou y pizzerías en Shanghái (más alguna que otra reunión con El Corte Inglés).
No recibí menos de 5 mensajes para conocer mis coordenadas y saber cuándo llegaría para ir a cenar.
“Macho, yo tengo que pasar por el gimnasio que tengo que quemar el chuletón que me voy a comer…” y es que sólo pasaba una noche en Shanghái y no me pierdo el gym más la saunita del SPA del Intercontinental…hay que amortizarlo “Vamos a ir a una pizzería que conozco cerca del hotel….blablablá” . Déjalo Cristóbal, hoy vamos a comer carne, elige sitio que invito yo” “Ahh, invitas tú…” se le iluminaron los ojos…”carne…mmmhhh….¿el Mortons?” Es probablemente el sitio más caro de carne pero la verdad es que la carne es deliciosa….y no estaba para muchas bromas, quería carne y punto. Ni siquiera tuvo que utilizar su viejo truco de: “hoy pagas tú que yo pagué la última vez…” “¿Cómo? Si pagué yo….” En ese caso, si no cuela, responde hábilmente: “bueno, pagamos a medias…y no discutimos…” y sigo esperando que alguna vez pague él… todo con mucho cariño, claro está, porque cuando estas cosas se hacen con gracia sólo queda aplaudir y sacar la cartera…. Joder!Vaya cena nos pegamos. Y como no era cuestión de ponerse pejiguero, lo bañamos con un Marqués de Riscal Reserva a 80 euracos la botella. Ya saciados, mi amigo que de esto sabe un huevo, me medio convenció para montarnos en la India.
“Juan, tú necesitas a alguién como yo para dar el salto…con mis contactos y mi savoir faire”
Todo me lo decía mientras encendía un Montecristo (¡que narices, por un sitio donde te puedes fumar un puro después de una comilona así!) y nos servían una copa de coñac francés. Para el puro me comió la oreja a mí, para el coñac al camarero preguntándole por el dueño del restaurante al que, seguramente no conocía, pero su seguridad nos hizo pensar a todos que eran íntimos. Ya saciados y chispados (y después de una cuenta (maidan) con un 3 delante y más de 00 después), nos dirigimos al Apartment (lugar de culto en Shanghái aunque sin poder sustituir 100% al desaparecido Velvet) donde no había mucha gente pero si un grupo de modelos celebrando con sus amigos lo que interpretamos era el cumpleaños de alguna.
“Bueno, macho…hoy pagas tú que yo invité la última vez que salimos de copas….”
Lo dicho, UN PROFESIONAL….