Ahora si que se produjo el desembarco en Santiago de Chile. Todo el equipo de Logis para poner en marcha los pilares de lo que será una gran operativa basada en un gran cliente con el que hemos llegado a un acuerdo que creo va a ser muy positivo para ambas partes y nos servirá, para poner definitivamente un pie en Chile y, quien sabe, tal vez para saltar a Perú el año que viene…pero eso ya es otra historia.
Nos recibió Santiago con una magnífica comida en el Km. 0 del hotel W (¡cómo me gusta este restaurante!) con mis buenos amigos de Casa Ideas y una cena no tan buena en el Puerto Marisko de Isidora Goyenechea (tal vez la culpa es que el marisco…). Un día completo que nos hizo olvidarnos del jet lag. Y más cuando al día siguiente me dediqué, con nuestro flamante fichaje Josep María, a visitar a los viejos asesores que utilizamos hace una década cuando empezamos a trabajar en Chile de la mano de 2 emprendedores que porfiaron para llevar Logisfashion al país andino y que, todavía, siguen siendo buenos amigos (Oscar y León).
Pasa el tiempo y todos envejecemos, pero los países avanzan y el cambio de Chile en estos años ha sido bestial. ¡Qué pena que no esté Luchito para contrastarlo! Siempre me da pena cuando voy a Santiago y me acuerdo de los buenos momentos que pasamos allá por el 97 con Paula y Lili…pero no me pongo sentimental.
Por cierto, ¡qué caro está Santiago!! Precioso pero caro…
Por allí andaba otro español chilenizado, Dani; gran amigo y atlético con el que disfrutamos de un fin de semana completo. A saber: carrerita el viernes por la tarde hasta casi la cima del Cerro San Cristóbal (12 kilómetros que me llevó con la lengua fuera), cena en el barrio Bellavista, gran lugar el Étniko con memorables copitas (incluso botella), en el Chocolate (en la zona VIP que tiene mucha más clase), partidito del Atleti y 5-1 al Betis y culminamos con asado acompañado de su grupo de expatriados españoles mientras vimos el Barça-Madrid.
Bueno, vimos el Barça-Madrid y la tarde se alargó hasta acabar tomando copas en el Balbona y otro lugar de cuyo nombre no me acuerdo y del qué, con buen criterio, me retiré a tiempo porque empezaba a pintar complicado el levantarse en plenitud de condiciones al día siguiente…y el día siguiente, esta vez ya en solitario, tenía toda la intención del mundo, como así fue, de subir hasta la cima del Cerro…a pesar de que las condiciones no eran las idóneas.