Resulta que un 21 de octubre del 96… hizo 20 años la semana pasada, 3 chavales recién graduados en el MBA del IESE, unos ingleses locos y 4 experimentados hombres de negocio, nos citamos en una notaría de Barcelona para constituir LOGISFASHION S.A.
La que en principio, según nuestro plan de negocio iba a ser Logismoda pero que por azares del destino acabó internacionalizándose con el fashion. La que empezó con un capital de 36 millones…de pesetas y con un pequeño almacén en Palau de Plegamans. La que no tenía clientes pero si mucha ILUSIÓN. La que acabó convirtiéndose en la multinacional de logística especializada en fashion y ecommerce más importante de España…y yo no conozco ninguna europea que se le parezca si nos centramos en el tema de la especialización «nuestra razón de ser». La que facturará este año a nivel mundial más de 25 millones de euros y tiene que llegar a los 50 en 2020…
Pues bien, Logis cumplía 20 años y había que celebrarlo. Por eso y aprovechando la puesta en marcha de nuestras filiales en Colombia y Panamá, durante los meses de septiembre y octubre tanto el comité de dirección, como el ya veterano Consejo nos hemos desplazado a esas tierras con objeto de conocer mejor la realidad actual de la compañía y, como no, celebrar tan magno acontecimiento;
¡que no se cumplen 20 años todos los días!!
Será por celebrar, ya celebraremos la apertura de nuestro primer centro logístico en Palau de Plegamans o nuestro primer cliente en enero del 97. ¿Cuál fue el primero? Depende, al primero que facturamos no tuvo mucho que ver con prendas y si con hierros que hubo de sacar a mano, entre los 3 emprendedores (Carlos Villa, Juan Martínez y el que suscribe), de un almacén lúgubre de la tienda de C&A en la calle Pelai en una noche helada de enero barcelonesa. Si hablamos de prendas fueron unas 150 prendas de niño de un cliente de ropa infantil ya quebrado hace mucho tiempo de nombre Next Generation. Allí entró a apoyarnos nuestra primera empleada; Estel, que luego nos reconoció que pensó que estábamos locos…y que, ¡20 años después sigue con nosotros!
Hemos tenido de todo en estos 20 años. Y hemos tenido de todo en este viaje. Desde el temblor en Medellín nada más llegar al hotel y que viví en una planta 15, hasta las aventuras en la selva con el Presidente, las serpientes y los caimanes. Restaurantes de todo tipo en la bella Cartagena, rones en el Café Havana y tequilas donde no tocaba.
Me detengo en lo del temblor porque, si bien he vivido muchos en México, me asustó la presteza con la que los locales abandonaron el hotel tirándose en tropel escaleras abajo. Fue una escena realmente caótica pues todo nuestro piso estaba ocupado por los corredores de una vuelta ciclista a Colombia para veteranos que, bicicleta al hombro como si fuera el fin del mundo, tomaron las escaleras y se lanzaron a tumba abierta. Arrasaron con lo que encontraron y esta sensación de huida desesperada me aturdió. Yo siempre mantengo la calma en estas situaciones y adicionalmente bajaba detrás de un ancianito que llevaba su ritmo en zapatillas de andar por casa y que fue completamente arrasado (él y yo que no me atreví a dar el paso) por la horda ciclista. Quedó la anécdota en un susto (y en la pérdida total de dignidad por parte de los ciclistas que bajaron a tropel y en paños menores) y, tras una cena en el maravilloso Carmen, hubo que regarlo con algún que otro ron en la terraza del hotel Charlee (único sitio al que se puede ir en el antaño animado Parque Lleras ahora tomado por los bares de chicas de “prepago”). Por cierto, vaya tormenta mítica que nos echó materialmente de la terraza. Bueno, para ser precisos, echó a todos menos a los de siempre…
Hablando de restaurantes, y mezclando viajes, nos defraudó Harry Sasson en Bogotá (hasta el punto que ni tocamos el que había en el Charleston Santa Teresa, nuestro hotel de Cartagena. No falló el Carmen de Cartagena (lógicamente de los mismo dueños) y El Gobernador by Rausch en un precioso hotel boutique de los que tanto abundan en Cartagena. Deliciosos los ceviches de La Cevichería y el Café del Mar para tomar un roncito viendo el mar a la noche. O bien, si no estáis alojados allí, el Santa Clara y su patio para tomar una copita (que pena los sonidos artificiales selváticos que le ponen creyendo que es lo más y que es lo más molesto y menos apropiado que se me ocurre…)
Eso sí, donde sea, siempre acompañado de un gran anfitrión como Carlitos; ya sea a las islas del Rosario en lancha con la nevera repleta de vitaminas para hacer más ameno el viaje, ya sea a visitar el pasado colonial de Cartagena con el Castillo de San Felipe y el monasterio de la Mola, ya sea a los mejores restaurantes, a comer langosta caribeña o pargo “achicharrado” o ya sea al Tayrona a ver animales en un entorno idílico (aunque reconozco que más aventurero de lo que pedía el viaje…)
¡Muchas felicidades por estos 20 años y todo el trabajo realizado hasta ahora!
Muchas gracias Mercedes !!