Aproveché las 3 horas de retraso del vuelo de Shanghai a Qingdao para, en el aeropuerto de Hongqiao cómodamente sentado en una butaquita, devorar la atrevida última novela de Fernando San Basilio, uno de mis autores de cabecera. Como es habitual en él, la novela transcurre alrededor del Centro Comercial La Vaguada (su particular universo); dentro de la cotidianidad consumista, los personajes, seres todos ellos “del montón” van convirtiendo su día en un día especial a medida que adoptan el “estado de vida fluido”.
Y es esta fluidez la que les permite que sus vidas, a todas luces inocuas, se conviertan en maravillosas aventuras. Y como estaba en China, me dio que pensar que todo esto de la vida fluída (de Harry Bloomfield según nos cuenta San Basilio) es también muy Confuciano; aquello de ver oportunidades en las crisis, de ver cosas extraordinarias en lo vulgar. Lo cierto, es que pasé todo el vuelo dándole vueltas a este argumento y, convencido, me decidí a adoptar el “estado de vida fluído” desde ya, hasta el punto que, en cierta manera, agradecí el retraso que me había permitido ganar (que no perder) el tiempo suficiente para establecer este nuevo horizonte en mi filosofía de vida.
Dicho todo esto, llegué a Qingdao a las 12 de la noche de un viernes, cosa que para China es muy, muy tarde y no había taxis disponibles en el aeropuerto…mi nuevo estado no me permitió venirme abajo y utilicé mi chino macarrónico (ya digo que imbuido por la fluídez) para convencer a un paisano que había llegado en mi vuelo que me llevara hasta el centro de Qingdao donde tomaría un taxi. Cosa que hice y llegué al hotel sano y salvo…a la 1.30 de la mañana…
¿Por qué Qingdao?, os preguntaréis. Es una buena pregunta pues yo no conozco a nadie que haya estado en Qingdao por lo que nadie me hubo podido hablar ni bien, ni mal, de la ciudad. Sin embargo, tenía en mi diana la ciudad desde que vi las regatas de los JJOO de Beijing que se celebraron en la bahía de esta ciudad situada en la provincia de Shandong (montaña del este) a unos 600 kms al norte de Shanghai (a ojo de buen cubero…).
Cuando menos sería una ciudad china con rascacielos y mar que siempre es mejor que una ciudad china con rascacielos y sin mar…
Hola Juan:
Quingdao fue la primera ciudad que yo conocí en China, viajando en los alrededores hace justo 13 años, y´donde también perdía siempre los vuelos, fue la ciudad donde siempre me tocaba esperar. Recuerdo que una de las veces el vuelo que salía a las 8 de la mañana salió a las 4 de la tarde, y nos llevaron a descansar a un hotel dentro del aeropuerto.
La ciudad me pareció bonita por las vistas que yo tenía al mar, pero de las torres que veo en tu foto, yo sólo recuerdo una, lo demás eran edificios bajos.
Lo que me llamó la atención es que había una hora fija, creo que las 12 de la mañana y las 5 de la tarde que había bañistas que se bañaban todos los días del año.
También al amanecer se llenaba de novios haciendo el reportaje de bodas, y podías ver la playa sembrada de parejas de novios, quizás 100 o 200..
Bueno ya ves, ya conoces a alguien que había visitado Quingdao!!
Gracias por tus crónicas,
Un saludo