Lo primero eso sí, un paseo por La Concha, seguir hasta el Peine de los Vientos (preciosa escultura de Chillida) luego cruzamos Ondarreta y vuelta hasta la Parte Vieja.
Qué maravillosa tarde nos hizo! A las 10, recién puesto el sol, nos dejábamos caer por las callejuelas de la Parte Vieja a tomar una caña y un pinxito que al día siguiente más….después de 4 paradas, 4 cañas, 1 txakolí, 1 Riojita y 12 pintxos!!! decidimos que la famosa chuleta del Néstor la dejábamos para otra ocasión.
Este compite en la calle Pescadería con los pintxos de diseño galardonados del Zureko (espectacular el bacalao a la hoguera) y los más tradicionales (pero con poco pan como nos comentaba su dueño de la casa de Alaba (Araba etxea)).
Y es que en cada uno has de observar el procedimiento cautelosamente para que no te tilden de turista, como hizo este buen hombre cuando le pedí un plato…”aquí no es estila, eso es en los de turistas que les gusta….dime que quieres que estos no llevan pan y como son caseros (no como los otros que son muy amigos pero…) te los caliento al momento”
Y para el día siguiente, el highlight, Akelare de Subijana. Que sitio más bonito situado en el Monte Igueldo! Después de una mañana nublada pero sin agua, empezó a jarretear recién llegados al restaurante , colgado en la montaña con unas vistas espectaculares al Cantábrico empezamos a disfrutar de la comida nada más sentarnos en la mesa.
Todo empieza con un jardín marino vegetal que tiene su hoja con sabor a ostra y reducción de txakolí, su mejillón con cáscara que explota en la boca, su esponja marina con crema de erizos y el coral de tempura con sabor a percebe, todo rodeado con arena de gambas. Vaya, un plato redondo para empezar.
Hay 3 menus, el clásico que tomé yo con la ensalada de bogavantes y el gintonic en el plato, el Aranori que tomó Paula (buenísimo el Carpaccio de pasta que sabe a ibérico pero es vegetal) y el Bekarki (ni idea de lo que significa). Lo bueno es que, como habéis podido comprobar, no te obligan a que toda la mesa tome el mismo. También hay carta (cosa que sé les preocupa mucho a mis amigos mexicanos…).
En fin, comida redonda aunque luego se me hizo duro el viaje a Madrid en coche con mi bracito en cabestrillo…