Qué bárbaro la visión del Taj Mahal cuando cruzas el arco de entrada construido precisamente para eso, para que no tengas visión parcial sino que te lo encuentres “de repente”… y en lo alto, para que destaque sobre todo y sólo el cielo detrás le sirva de marco.
Dicen que cambia de color según la luz del día pues el mármol es de tanta calidad que repele cualquier elemento salvo la luz, y por eso se conserva igual que cuando lo construyó el cuarto emperador mogol en honor a su segunda esposa (de nombre Mahal) para que sirviera de sepulcro poco después de su muerte. Incluso planteó construir al otro lado del río uno muy similar donde reposaría él pero no tuvo mucha suerte ya que su propio hijo lo destronó y le encerró en el fuerte de Agra impidiéndole cumplir su último deseo. Aunque en cierto modo fue condescendiente con su padre porque no es mal sitio para estar encerrado y, por cierto, la vista del Taj Mahal es espectacular desde sus diferentes palacios.
Eso sí, para llegar a Agra, ciudad donde está situado el Taj, desde Delhi hay 2 opciones (contrastes de la India); la nueva Safeway que es una moderna autopista de peaje recién construida por donde apenas pasan coches y por donde se lanzaba en su pequeño bólido nuestro chofer Sij Ranjeeb ( el tema baches no lo tienen muy logrado) y la vetusta autovía por donde volvimos al día siguiente (por cierto también de peaje) donde estuvimos a punto de matarnos en varias ocasiones por: atropello de motoristas que se cruzaban a pesar de nuestra endiablada velocidad (no íbamos a más de 100kms/h pero os aseguro que parecía que íbamos a 200…), baches y badenes puestos para joder, vacas suicidas y, por supuesto la locura de nuestro chofer y de todos aquellos que nos cruzábamos que pensaba que el otro carril es tuyo si tocas el claxon.
Agra no tiene mucho más que el Taj y el fuerte, eso sí, entre el viaje que se hizo eterno (especialmente la salida de Delhi pues decidimos pasarnos por un mall para ver tiendas…tema meramente profesional aseguro), el viaje ya de noche por esos lares donde en cada kilometro hay una sorpresa y la llegada al hotel reservado y pagado por Alvaro donde nuestra habitación no existía y nos pasaron a otro (increíblemente mejor) y blablábla con siempre mucha gente acompañándonos que, como no, esperaban unas rupias. Y al día siguiente lo mismo con el guía que nuestro chofer se empeñó en buscarnos que no llegaba y le dijimos que tirara para el Taj pero este ponía todo tipo de excusas hasta que llegó y luego nos dio la vuelta a hurtadillas porque debía de ser ilegal y tuvo que pagar mordidas y al final nos dijo que no tenía sentido que nos acompañara al Fuerte donde queríamos ir pues se veía mejor solo y cuando salíamos del fuerte nos lo encontramos con otro grupo de turistas…en fin.
Pero lo mejor fue la visita a la cercana ciudad de Fatepuhr Sikri; que en su momento fue capital del rey Mogol Akhbar y construyó tremendo palacios y mezquitas pero que, finalmente se abandonó porque no había agua…¡fallo de cálculos! Aquí batimos el record de guías acompañantes; el primero nos recogió en un parking a un par de kms de la ciudad donde te hacían dejar el coche, negoció la tarifa y nos acompañó a la ciudad donde le dijimos de comer en un sitio que aparecía en la Lonely (comimos bien por 5€ en total e incluso nos planteamos echar una siesta a 5€ la noche en el hotel…Dios mío, había que ver la habitación!). No apto para muchos remilgos.
Mientras comíamos nuestro guía nos dijo que venía su tío que era el experto en el área palaciega de la ciudad para darnos el tour. Así fue, se le veía senior y experto pero ni puta idea de inglés con lo que…estoy medio sordo y me cuesta mucho entender a los indios en inglés…de poco importaba su know how (eso sí espectacular como vivían…ahh y tremendo el cartel de guías autorizados a un precio que era 3 veces más barato que la cantidad hábil y previamente negociada por mi). Luego le dio el relevo a un muchacho que alardeaba de hablar español (como yo indio) que nos dio la vuelta por la mezquita y, como no, nos llevó a una esquina donde sus colegas vendían “artesanía” que hacía su familia y por eso era un chollo. Impresionante como te separaban del grupo al que veían más débil para que no te ampararas en la manada para no comprar…al final acabamos comprando una cosa para poner velas que, por cierto, estaba en todos los puestos del camino de vuelta a un precio mucho más económico.
Aunque el que nos dió una lección fue el chaval que se nos pegó al final. Nos pedía la entrada porque nos explicaba hacía postales con la foto. Alvaro que es agarrado como si fuera catalán (aun siendo de Bilbao) se negaba a dársela. Yo le quise dar 20 rupias para que nos dejara respirar y me dijo que no aceptaba limosnas, que era un business man.
Como no, al final me ganó y le compré unas postales que nunca hubiese adquirido por 100 rupias…y consiguió la entrada de Alvaro, como no podía ser de otra manera…chapeau!!!!
País alucinante, yo también hice la visita pero era Junio y con un calor excesivo que las piernas no soportaban el calor extremo .Me alegro que llevamos las mismas rutas,…Un saludo y a disfrutarlo.