Llevo varias semanas sin escribir porque no he parado ni un segundo. La última semana de julio fue muy intensa en el trabajo con todo tipo de comités y reuniones para organizar nuestra estrategia de los próximos años. Tuvimos el Comité intercentros (con todo el equipo de Logisfashion a nivel mundial), los Comités de estrategia para visión 2020 y el Consejo de Administración. A todo esto le tuve que añadir algún viaje relámpago a Madrid con varias reuniones además de las consiguientes comidas y cenas, especialmente la que celebramos anualmente con todo los colegas y que pretende ser un poco especial.
Este año gozamos todo el equipo de Logis de una experiencia singular en la masía Santa Fe aquí cerquita de nuestra nave de Santa Maria de Palautordera en Vallgorguina, en el parque natural de Montnegre-Corredor. Un ‘gastroconcepto’ muy original del gran chef Carlos Piernas, “un gourmet” con todas las letras que, además, se dedica a los pescados ahumados y otras delicadeces que cuida como si fueran sus hijos , se quedó con esta finca que fue un colegio elitista de Barcelona y ha montado algo difícil de clasificar pero, sin duda, diferente. La finca cuenta con cuatro masías. Cada una de ellas tiene distintos espacios diferenciados entre sí, ellos lo llaman “estaciones gastronómicas”. Descubrimos que SantaFe, no está en México sino en Cataluña enclavado en la montaña y además tiene tren, dicen que son 14 estaciones; yo perdí la cuenta.
Tras la sesión de trabajo que tuvimos por la mañana, bien avituallados con pan de coca, aceite de oliva y una sobrasada donde me cabía la cabeza y como si no hubiera mañana, empieza la primera estación de las 7 que recorreríamos por las diferentes estancias de la masía. La bodega, la fleca, el refrectorio, el jardín, el pozo, la era, la cocina (hay muchas cocinas), el horno de leña, la terraza… y en cada uno “PRODUCTO”: gambas de Arenys recién pescadas, espardenyas, huevos de gallinas felices con foie, un atún en todas sus variedades con tomates que saben a tomate, salmón y anguila ahumadas, croquetas, mejillones y para acabar chuletón gallego envejecido en la bodega y quesos autóctonos.
Todo esto regado con cavas y vinos de borgoña y a partir de las 7 de la tarde cuando acabamos de trabajar, empezamos con las copas; gin tonics…alucinante la cara de satisfacción del personal que no se creían lo que estaba pasando (aquí felicito públicamente a Raquel por permitirnos conocer semejante experiencia).
Y se veía que el dueño es el que más lo disfruta. “Esto lo organizo para amigos y las condiciones las pongo yo, al que le guste bien y al que no, que no venga “(mmm…me gusta la filosofía). “Y es que yo bebo este vino (digamos que mi pequeña crítica es lo “ligero” que es el pinot noir) porque me gusta dar sorbos cuando bebo y en cada comida me bajo una Magnum”
“¿En sentido figurado?” le pregunto; “No, en botella” me responde.
Mm…lo dicho, me gusta su filosofía.
En resumen, un escándalo de experiencia en un sitio muy, muy especial espero que todo el equipo allí reunido lo pasara tan bien como yo.