¿Qué te parecería casarte en una preciosa Hacienda mexicana pero en mitad de un barrio industrial en la afueras de la Ciudad de México?
¿Qué pensarías si, en el momento álgido de la ceremonia se escucha más el ritmo discotequero de Gloria Gaynor con su “I will survive” que los consejos del cura que te va a casar?
¿y si este cura resultase ser un famoso “peleador” de lucha libre mexicana y al besar a la novia levantaras la cabeza y se hubiera puesto su careta de lucha?
¿y si el novio se casara con frac y zapatillas de deporte y, a pesar de eso, siguiera estando muy elegante?
¿y si, un paso más adelante, regalara a todos los invitados masculinos zapatillas de la marca “Panam” (gran descubrimiento) para que todo el mundo se las calzase en el banquete?…
Pues así fue la boda de mi compa el gran Chi…. todo esto y mucho más, como que la boda fuera regada desde el inicio con abundantes tequilas “quitaverguenzas” o que sea costumbre que al novio se le pasee subido en una silla por todos sus amigotes ebrios con el consiguiente riesgo de una muy que probable caída; si bien esto tampoco fue problema, porque el novio se cayó (varias veces) y se levantó y se tiraba al suelo (siempre acompañado de ellos y ellas) y hacía en el suelo pringoso algo parecido a una rana o una tortuga o un pez moviendo los bracitos…y después era yo en el suelo moviendo los bracitos, y sacaban fuentes con mangueras a las que te aferrabas y chupabas algo difícil de clasificar pero con alcohol….
Vaya, que me habían dicho que las bodas mexicanas eran una locura y a fe que lo comprobé…y más si está el Pérez campando por los alrededores.
Por cierto, la novia, la joven y hermosísima Pau debió de acabar tan pringada como el novio!