Me pillaron por México los fastos previos al día de la Independencia donde se conmemora el famoso grito del cura Hidalgo el 15 de septiembre de 1810 y que acabó con la independencia de México de la “Madre Patria”. Eran otros tiempos y otra España, aunque 200 años después las cosas en España parecen no haber cambiado mucho…y no me meto en ningún jardín pero que ridículos son algunos proclamando los 300 años de opresión de los pueblos ante la indiferencia del mundo civilizado y que gran fábrica de independentistas es el PP…vaya me he metido de lleno en el jardín y he destrozado todas las flores y algún que otro cactus!
En fin, que la celebración en México, aparte de las fiestas de rigor, tiene su máximo apogeo con el grito que, empezando por el Presidente, y seguido en cada plaza por los gobernadores y presidentes municipales (alcaldes) realizan en la noche del 15 imitando al cura Hidalgo “Viva México y mueran los gachupines!” (entiéndase español por gachupín…). Posteriormente ondean la bandera (siempre descomunal) en un gesto muy patriótico y todo el mundo celebra alborozado…Todo acaba con una monumental fiesta donde corre el tequila a mansalva y siempre se cierra la noche con muchos muertitos fruto del ardor guerrero mezclado con el tequila barato…” Hay gente pa tó!”, que diría aquél.
Pues efectivamente, de nuevo en México con mucha lluvia (por cada extremo el país un huracán…Norbert, Odile…que no dejaban de traer tormentas que convierten a la Ciudad de México en más caótica todavía). A pesar de las inclemencias y de un viaje maratoniano que me hizo pisar varios continentes antes de llegar, fue un viaje muy provechoso.
Con una visita relámpago a Guadalajara donde vamos cada vez mejor y creciendo con nuestro cliente local y varios días en el DF donde también seguimos creciendo. Acabamos de abrir un nuevo almacén de 6.000m2 en el mismo parque donde ya teníamos casi 10.000 y la previsión es llenarlo rápido. A fecha de agosto el crecimiento con respecto a 2013 está por encima del 75% y esperamos nuevas cuentas que estamos a punto de cerrar en breve.
Todo son buenas noticias en México y quiero aprovechar para felicitar al equipo, tanto el radicado en Guadalajara que se ha tenido que pegar una buena currada con un cliente difícilDavid (el que siempre se mueve y recién papá) y Susi), como el de Cuautitlán (encabezado por Yuri, Erick, Hector, iris, Karla…) y a los desplazados desde España que han tenido un agosto complicado (Gonzalo y Pere).
Chapeau chavales!:))
¿Qué más os cuento? Que no pare la fiesta en el DF! Se nota la alegría en lo difícil que es conseguir mesa en los restaurantes cuando se ponen de moda. Parece que La Unica toma la delantera como el local fresa en Polanco y conseguir mesa en el Central de Santa Fé no es tarea sencilla. Mira que también a alguno se le acaba la estrella y esa sensación me dio el Bar Tomate (sucursal del Grupo Tragaluz) que tiene otros 2 establecimientos en el DF pero que ya no brilla como antes (conseguir mesa sin reserva un jueves por la noche dice mucho de la buena mano de Yuri o poco del local…).
Tenía a la vuelta un viaje complicado, cosas de los billetes económicos que, normalmente me arrepiento de haber adquirido, cuando veo más cerca el momento de viajar. Y es que, si, era barato, pero mi vuelta con Air Canada saliendo el viernes a las 23:55 de México, haciendo escala en Toronto (de 12 horas) y, enlazando con un Toronto-Frankfurt para llegar a Barcelona el domingo a las 9 de la mañana se me empezó a atragantar a partir de que me di cuenta que estaría 2 noches seguidas en el avión. Cuando lo compré debí pensar (o estaría un poco borracho) que así conocería Toronto pero se me fueron quitando las ganas poco a poco. Moví Roma con Santiago para intentar cambiar el vuelo por otro más razonable pero los precios que me daban eran ridículos (cosas de las aerolíneas).
Así las cosas, pedí un taxi para que me condujera desde Logis al aeropuerto para llegar con tiempo y ver si tenía algún chance de cambiarlo in situ. Insistí en que me mandaran una unidad que supiera llegar por la autopista de peaje pues cruzar México un viernes por la tarde puede ser eterno. Parece baladí pero una vez que se abandona la autopista es complicadísimo llegar al aeropuerto que está imbuido entre callejuelas amenazantes en un barrio complicadito.
Cuando veo el taxi, utilitario típico del extrarradio con el cristal roto como una tela de araña y el taxista acorde al modelo de “conductor que no te va a llevar al aeropuerto por la autopista de peaje” y que, posiblemente mejor no hacerlo por el riesgo que corres, doy por perdida cualquier opción de llegar a tiempo para intentar cambiar el vuelo al anterior de Lufthansa que me permitiría llegar el sábado a Barcelona ganando un día en casa.
“¿Pero Vd sabe ir al aeropuerto por la autopista mexiquense?”
Tanto la cara del colega, como la risita de Yuri que me deseó lo mejor y que, por supuesto me dijo que le llamara si tenía algún problema, me quitó las ganas de luchar y acomodarme a la idea de pasar las siguientes 36 horas entre aviones y aeropuertos.
Me dijo que en una hora estaríamos en el aeropuerto, y no sólo lo cumplió, sino que fue una de las horas más amenas pasadas en un “carro”. Si bien al principio respondí con indiferencia (y cierta incredulidad) a sus intentos de entablar una conversación, y a pesar de declararse madridista y seguidor de Chicharito, poco a poco me fue ganando la curiosidad en ese personaje y fui picando el anzuelo. Primero con que si Raul Jiménez era mejor que Chicharito (más que nada por lo malo, malísimo que es este último), que si el Atleti y el Madrid…
Lo de siempre cuando me voy creciendo y trato de hacer apología del colchonerismo hasta que caí en un bucle imposible, me cambió de tercio de manera memorable y sin entender bien porqué, me empezó a contar la historia de su amigo Ramón (vasco él, creo por el acento que ponía) que vino a México hacía ya unos años y trabajaron juntos. Con gracia y desparpajo, me vino a decir que su gran preocupación era dejar preñada a su mujer, con la que no había podido tener hijos. Como era ya madurito (en sus 40…un chaval) quedarse sin descendencia era un trauma que no podría superar (se entiende que ambos). A todo esto, en Cuautitlán, seguía habiendo pulquerías o vendedores ambulantes en burro (hago un inciso para explicar que el pulque es un fermentado de cactus muy apreciado en México y que no se encuentra con facilidad, cuestión de modas). Si señor, el pulque o el «muchachero» como se le conoce por sus habilidades afrodisíacas.
«Esto tengo que probarlo»…me dijo que le comentó su amigo cuando se enteró y así, hasta que volvió a España a reencontrarse con su mujer, día si y día también se bajaba un litro de pulque. Vaya, que cuando hubo de volver, su gran preocupación era como conseguir el pulque en España pues ya se notaba él henchido de facultades varoniles (así me lo definió). Y efectivamente, la historia acaba de manera feliz.
Ramón volvió y dejó preñada inmediatamente a la mujer de gemelos, el taxista fue el padrino de uno de ellos y yo pude cambiar mi vuelo.