Lo que tiene vivir estos tiempos de radicalización nacionalista es que te permite descubrir cosas nuevas. Mira que tenemos cerca Francia pero mira que la visitamos poco. Yo me tiro todos los fines de semana en el Empordá y habré pasado a Francia 3 o 4 veces en 8 años…
A lo que iba, uno está muy en contra de que te metan en la cabeza odios y fobias y no cree en Dioses omnipotentes ni tampoco en nacionalismos demagógicos (aclaro que me da igual que vengan de Madrid o de Barcelona, el tema de las banderitas y sus discursos anexos me soliviantan hasta el punto de que allí donde esté siempre acabo llevando la contraria a mi interlocutor…quiero pensar que porque soy el único que razona…y razonar al final no está de moda). Es más, me gusta aquello de que el nacionalismo (repito venga de donde venga y dejando claro de antemano que creo que, en este “proceso” los catalanes tiene muchas razones para estar hasta els collons) es el mayor de los fascismos y que todas las grandes guerras se han causado por fanatismos xenófobos, religiosos o ideológicos. Vamos que todo aquello que me meten como dogma de fé, pues no me mola…mmmmh…miento, ¿Cómo he de considerar al Atleti y el Cholismo? Vaya, a lo mejor yo también he pontificado sin demasiada autoridad moral para hacerlo…en fin, que esto es muy complicado y las soluciones que dan los políticos van de mal a peor…
Lo bueno de estos discursos es que como no los pienso mucho me salen redondos…No creo que nadie me quite la razón (¿o si?). Lo cierto es que esto tiene mala pinta y yo aproveché para viajar a Francia y aislarme de tantas verdades absolutas y demagogia barata.
El objetivo del viaje era recorrer el departamento de Midi Pirinées, cruzando el país de los Cátaros hasta llegar a la región vinícola de Burdeos. La primera etapa Carcassone a la que llegamos de noche, cosa esta de agradecer porque las hordas de turistas que la visitan a diario ya han recogido velas a esa hora. Impresiona la Cité fortificada a lo lejos; parece realmente sacada de un cuento de Disney con sus murallas y torres cónicas. Y en lo bueno y en lo malo lo es, ya que tiene un toque artificial, no sólo por las tiendas de souvenirs y los turistas que llenan a diario todos sus rincones y restaurantes, sino también porque es una reconstrucción de la fortaleza medieval que fue realizada por Violet Le Duc en el siglo XIX!. Vamos que es un poco de cartón piedra aunque da el pego. Y ya digo, siempre visitarla por la tarde…sin turistas…
Y fue al día siguiente desayunando, en un sitio muy francés…muy cuco, con todo su glamour, en una patisserie sita en una torre anexa a las murallas. Fue allí donde, sentados en el patio interior, pedimos la típica “formule” francesa de desayuno con tu cestita de pain au chocolat, croissant, baguette con mantequillas y mermelada y café au lait. Allí y no en otro sitio presenciamos la entrada de un grupo que ya de inicio llamaba la atención. Ella, rubia teñida, chabacana y con un perrito que parecía rata, la hija repipi, él, gordo con bermudas, sobrado a lo nuevo rico y con la que, sin duda, era su mamá (vieja y no exenta de mal gusto, con mucho dinero invertido en joyas y peluqueros).
Primer round con la camarera que, muy francesa ella, no se iba a dejar avasallar por semejantes contrincantes. De rasgos orientales (tal vez de familia emigrante vietnamita muchos años ya) pero con actitud de servicio francesa cuando no hablas francés (afortunadamente YO si lo hablo…). Unos llegaron fuerte pidiendo en español lo que querían desayunar (con acento claramente porteño). Otra se mantuvo en sus trece de ponerles las cosas difíciles con cara de culo.
Segundo round; “eso, yo quiero eso!” espetaba el argentino señalando de forma descarada nuestra mesa (yo que tenía posición privilegiada intentaba hacerme el despistado, sobre todo para que no se estableciera ninguna complicidad idiomática entre ambas mesas). No acabé de entender porqué la camarera no les trajo simplemente lo que tomábamos nosotros (que por otra parte era lo que tomaba todo el mundo sentado alrededor). Pero siguió la discusión un buen rato con varios intentos por parte del argentino de que me sumara a su carro (“pucha, no es tan difícil…eso, eso!” y yo mirando al infinito un poco violento…), hasta que ella, airada y con la cabeza bien alta, abandonó el escenario para, al cabo de un buen rato, retornar con, básicamente, lo mismo que nosotros.
Tercer round: parecía que todo acabaría en una anécdota difícil de novelar pero, un detalle mínimo comparado con la batalla inicial cambió el curso de los acontecimientos. Como en la película de Polanski “Un Dios salvaje”, fue un detalle nimio el que hizo que todo explotara, una gota que colmó el vaso. Y no fue sino que la madre, hasta el momento poco participativa, le pidió a la camarera que el vaso de leche de la niña lo quería caliente (o frío no recuerdo). Doy fe que la forma en que la china cogió el vaso y se lo llevó para calentarlo (o enfriarlo) y sobre todo la cara de desprecio que puso fue para enmarcar pero…cualquiera hubiera pensado “puta ch…que la fo…” y lo hubiera dejado pasar sin embargo algo hizo clic en el cerebro del argentino.
Fue ese momento en que sin entenderlo muy bien, en una conversación que se ha vuelto tensa, apretamos el botón de no retorno. Probablemente sin razón aparente para ello pero siendo conscientes de que nos hemos subido a un tren que ya no tiene marcha atrás.
Cuarto round “puta china maldormida” (me encantó este último insulto que no había oído nunca y que le iba a la perfección). “vení, vení” y se levantó esperando que toda su familia le siguiera al unísono y dejando las cestas de croissants y baguettes sin tocar en la mesa. Cuando alcanzaba la puerta se dio cuenta que nadie le seguía sino que en su familia se hacían un poco los remolones lo que le hizo darse la vuelta y empezar a conminarles con más fuerza. Esta duda permitió que la china empezara a gritar y se lanzara sobre la puerta para franquearle el paso al grito de “appeler la pólice”. La mamá y la mujer se levantaron (más rápida la mamá que acudió en auxilio de su hijo). La mujer parecía un poco ida, el perrito ladraba (no había dejado de hacerlo) y la china se había hecho fuerte en la puerta estirando los brazos para cubrir el mayor espacio posible y seguía gritando “appeler la pólice”. El dueño, sin entender bien lo que ocurría y sin saber bien como actuar, tenía el teléfono en la mano pero no acababa de tomar una decisión que salvara la situación (hay que pensar que el local estaba lleno de turistas, ahora si interesados en la escena). A todo esto, la niña se puso a llorar “nos van a llevar a la cárcel” sollozaba. El lado tierno del argentino le hizo retroceder y abrazar a la niña. Parecía que se calmaba pero lejos de eso, volvió hacia atrás para fotografiar la mesa “viste, no toqué nada” me decía intentando conseguir un testigo para un futuro juicio al que se veía abocado.
Entonces, y solo entonces, pareció darse cuenta del ridículo de la situación, pero la niña le seguía llorando al oído con lo de la policía y un segundo arrebato le surgió de muy dentro: “puta maldormida” volvió a gritar abalanzándose sobre la camarera que ya había cogido una postura más natural en el marco de la puerta…”tu lo vas a pagar, hiciste llorar a mi hija y lo vas a pagar”. El perro ladrando, la mamá intentando sujetarlo, la hija llorando, el dueño intentando hacerse entender al teléfono con la policía y la china, impidiendo que salieran a la calle y gritando nosequé de los españoles…; tal vez debía de haberle explicado que no eran exactamente españoles pero…estaba disfrutando tanto de la situación que por nada del mundo quería que se acabara!!
PS: lo siento por mis amigos argentinos a los que quiero mucho. No he pretendido dar la imagen de que los argentinos se mueven así por el mundo, podía haber sido murciano, colombiano o uruguayo (coño, a lo mejor era uruguayo; chi lo sa!)
Jaja!!! Muy cómica tu historia!!! Lamentablemente hay muchos argentinos por el mundo que nos dejan muy mal a la gran mayoría. Doy fe de que son pedantes y creídos, y tal vez, no tienen donde caerse muertos. Se hacen los grandes a costas de mediocridades. Son los que resaltan, y cuanto mal hacen para aquellos que vamos con diplomacia y prudencia! Parece que todos los argentinos que se destacan son una porquería!!! que lo parió che!!!
Bueno conste que no todos lo somos.
Saludos!!!
Paula.
saludos, aquí el pobre la pasó fatal !