Saliendo de Carcassone y recorriendo la campiña del sur de Francia en la región de midi Pirenées; llegamos a la ciudad de Albi, conocida por ser la base de los cátaros que, en su momento, se constituyeron como una secta que quería “limpiar” la religión católica y desprenderse de todos los bienes y vicios provenientes del Vaticano. Como procede cuando alguien te toca las narices y quiere acabar con tu estatus, a los Papas de Roma les hizo la gracia justa y para evitar males mayores pusieron en marcha la cruzada albigeste en la que financiaron ejércitos para acabar con estos “revoltosos”. Acabó el tema en sangría con el sitio final de Montsegur y la célebre frase del Papa Inocencio III al cruzado al mando de la operación de asedio allá por 1244 y cuando ya se preveía la caída de la fortaleza donde se apelotonaban cientos de habitantes:
“Entre y mátelos a todos”
“Su eminencia, ¿es consciente que hay mujeres y niños entre los habitantes?”
“Vd proceda que Dios en el cielo ya separará pecadores de inocentes” respondió con seguridad Inocencio que no se andaba con chiquitas
Y se los cepillaron a todos….
Albi, conocida como la ciudad roja por estar construida en ladrillo de ese color, cuenta con una catedral horrorosa, precisamente construida tras la cruzada contra los cátaros (la cruzada albigense) para demostrar el poder de Dios en la tierra. Es un mamotreto que impresiona por fuera y que, sin duda, es mucho más hermosa en su interior. A su lado se encuentra el museo de Toulousse Lautrec que nació aquí. Merece la pena la visita por entender un poco la tormentosa vida de este pintor famoso por sus litografías de los cabarets de París y por el castillo donde se encuentra con preciosas vistas al meandro del río Garonne.
Más hacia el norte, y llegando a tierras del Perigord, bañadas por otro río hermoso (en este caso el Dordogne), dormimos en un precioso Relais&Chateaux cercano a Sarlat Le Caneda. Hay que reconocer el gusto y el glamour de los franceses. Podemos criticarles por muchas cosas empezando por su chauvinismo pero es verdad que las cosas las hacen de una manera a la que, simplemente, no llegamos en España. Los hoteles, la decoración, ese charme, esa presentación de los platos…
Zona esta de castillos ya que fue frontera durante mucho tiempo con España, merece la pena visitar el de Beignac (situado en una roca sobre el río) y Les Roques donde se puede comprar buen foie, vino de la zona, trufa e, incluso, el plato típico de la región: la cassoulette (una especia de fabada con pato). En todas las poblaciones de la zona (Sarlat, Bergerac…) organizan mercadillos una vez a la semana durante las mañanas.
Y de allí hacia la zona vitivinícola de Bordeaux.