¡Si señor! Momento histórico y por allí andaba el viajero. Podré decir que corrí por el Malecón de la Habana el mismo día que Fidel se murió, y no será mentira.
“No habrá otro como él, con su carisma”, me dijo el taxista que me llevó al aeropuerto José Martí horas antes de que se comunicara su fallecimiento. Y le dio más lustre el ir en un viejo Chatka negro soviético donde los pies no me llegaban al asiento delantero y, como no, con cortinilla granate de terciopelo. Yo le pregunté por su salud (muy oportuno, me recordó ese titular del Diario de Navarra el día que murió Bowie: “David Bowie; más en forma que nunca”) y él torció el gesto y me vino a indicar que no se presagiaba nada bueno… Acabó con un Raúl no tiene su carisma (obvio) y, como no, me ofreció la próxima vez que viniera acompañarme a una fábrica de tabaco a comprar puros a precios de “no turista”. Incluso me dio su mail afirmando que lo miraba “casi todos los días”.
No es fácil el tema de la conexión a internet en Cuba pero que bonita está La Habana. Me faltaron días, sin duda. No sólo por asistir al acontecimiento histórico de los actos de homenaje a Fidel, sino porque La Habana está preciosa. Como iba con una misión del Port de Barcelona (previo habíamos estado en Panamá pero me toca empezar por lo importante) nos recibieron en la embajada de España con Habaneras. Muy emotivo, hasta los discursos de los políticos que, por un momento, dejaron de lado las referencias veladas a sus “designios democráticos” y no hubo mayores referencias a temas “políticos”. Eso sí, los eufemismos de siempre no faltaron….¡Qué pereza!
Por cierto, ni rastro de los comisarios políticos que tanto asustan a los “demócratas de cuna”. Salvo, claro está, que estuvieran en el aeropuerto disfrazados de colegialas. No creo que haya país más cálido en la llegada que Cuba y menos intimidatorio. Seguro que será una estratagema de los Castro y, ya se sabe, no pueden hablar porque hay espías en todas partes pero, viniendo de Panamá, sorprende de gran manera la simpatía y calidez de la gente….y las ganas de agradar.
Y es que, insisto, La Habana vieja está preciosa. Lo está el malecón; como decía Carlos Cano: “La Habana es Cádiz con más negritos, Cádiz es La Habana con más salero”. Maravilloso correr por él con las vistas a la bahía. Lo está la remodelada Habana Vieja con los edificios lustrosos que no dejaban de recordarme a Cartagena…o a San Juan…o a Veracruz…o, como no, a Cádiz…siempre Cádiz en las calles de La Habana.
Sé que es lo más turístico pero tenía que hacerlo; turístico, caro y “menos bueno” pero si Hemingway lo instituyó, yo tenía que repetirlo 26 años después de la primera vez. Hay paladares mucho mejores pero, como el autor de “El Viejo y el Mar” había que ir a tomar el mojito (aguado) en la Bodeguita y el daiquiri en la Floridita. Eso sí, mucho más rico el que me tomé poco después en un diminuto bar con un banderín del Atleti cuyo dueño se vanagloriaba de dar los mejores mojitos de La Habana…
Me faltaron días en La Habana, lo sé y volveré. Seguro que antes de los 26 años que he tardado desde aquella navidad del 90 (se cumplían por entonces 30 años de la revolución…y ya son casi 60); la revolución que encabezó Fidel y que sirvió para que La Habana dejara de ser el casino donde la mafia americana (si, la de los Lucky Luciano, Frankie Costello, Meyer Lansky y toda esa troupe aliada con el dictador Batista) campaba a sus anchas y se llenaba los bolsillos de dólares.
Y en eso llegó el Comandante y mandó parar el baile; como cantó Carlos Puebla…y las cucarachas salieron despavoridas dando lugar a uno de los hitos más emocionantes en la historia de la humanidad. Con sus sombras, por supuesto, el poder siempre corrompe…pero con más luces, sin duda (Velasco dixit).
Y para ir a La Habana, sin duda al hotel con más historia sobre el Malecón: el hotel Nacional. Construido en los años 30 bajo el auspicio de otro dictador buscando atraer dólares corruptos para su desarrollo personal (Machado) y que ha sido testigo de revueltas, famoseo y mafias varias hasta la Revolución. Personajes de todo tipo han pasado por él en sus casi 90 años de vida; desde Tarzán hasta Naomi Campbell pasando por Sartre, Gabo, Galeano, Tenesse Williams, Maria Félix y Agustín Lara, Gary Cooper….y Ana Obregón ¡Sí señor, con ella coincidimos en el hotel!
¡Si es que deberíamos de haber estado más días en La Habana!!