Tremendo madrugón en Bali para tomar el vuelo a Komodo. Como suele ocurrir con las agencias se curan en salud y a las 5 de la mañana estábamos en el aeropuerto de Denpassar para tomar un vuelo que salía a las 7:30. Ni las pistas habían puesto todavía…
Labunbajo es la capital de la isla de Flores; aeropuerto y punto de partida para las excursiones al parque nacional de las Komodo.
¡Si señor!
Íbamos a conocer al famoso Dragón, animal único que sólo habita en este parque y, en particular hay ejemplares, unos 2.000 en total, en 2 de sus islas: Rinca y Komodo.
Pasaríamos la noche en un barco entre las islas. Esperábamos algo un poco más sofisticado (ya ni siquiera lujoso) y más teniendo en cuenta el catamarán que compartieron unos argentinos a los que conocimos en la travesía. No tenía lujos el nuestro. Te podías contentar pensando en que era más auténtico, en que la tripulación era encantadora y se desvivían por nosotros, en que Alex disfrutó pues no había un “ventilador con patitas”, había 2…pero lo cierto es que era muy cutre; no sólo por el camarote donde dormiríamos en el que cabíamos con los pies fuera en una litera que compartíamos los 4 (y con los ventiladores ya inservibles tras pasar por las manos de Alex), ni tan siquiera por la cocina (sorprendentemente aceptable para el estado previo de revista) aunque si por el baño que preferí no usar (los buenos marinos saben usar el mar para esos menesteres).
Y si bien el barco fue lo que fue …ay! esa comparación con el catamarán con su camarote abierto al cielo estrellado rollo jaima árabe, las Komodo son una maravilla.
Y eso que al barco se unió que, no se sabe muy bien porqué, nuestro recorrido no incluyó highlights como hacer snorkel con mantarrayas.
Pero vimos dragones (muchos); tremendo animal prehistórico que ataca con su lengua bífida a búfalos y jabalíes y les deja morir infectados por una bacteria que porta en su lengua.
El siguiente no será el primer turista atacado durante la visita pues no parece que distingan entre búfalos y humanos. A todo esto, tu única protección es un guía adolescente con un tridente de madera que transmite cierta inseguridad.
Eso sí, fuimos capaces de tomar fotos inolvidables sometiendo al dragón. Si bien a una prudente distancia, el efecto óptico genera cierto sentimiento heroico nada más alejado de la realidad.
Y Alex pesado por volver con su ventilador mientras el guía nos imploraba silencio pues cruzábamos al lado de un nido de dragones con la “mamá” hambrienta buscando que dar de comer a sus crías.
Fijaros en la voracidad de estos animales que las crías escalan a los árboles para evitar que sus compadres se las coman. Rollo mantis religiosa, pero en animales de 3 metros de longitud. Dan ganas de llevarse uno a casa…
Aparte de maravillosas playas de aguas esmeralda y barcos que hacen el mismo recorrido que tú con turistas locales (graciosos éstos pues les gusta hacerse fotos contigo cual si fueras actor/actriz de Hollywood…), es un espectáculo la salida de los voraces zorros voladores de la isla de Kanawha. Estos abandonan en tropel la isla arbolada a las 18:20 (cuando anochece) para irse a alimentarse. Esperas ver pasar a unos cuantos, pero impresiona porque son miles de murciélagos gigantes que pasan por encima de ti como si fuera Batman y su cuadrilla. Es una de las cosas que más me impresionó del viaje. No digo que más que los dragones, aunque por inesperado me llamó más la atención.
Si bien la isla de Flores está a unos 600kms al este de Bali; la de Lombok está pegadita entre ambas. Dominada por el gran Volcán Rinjani que supera los 3600 metros de altura y que se puede apreciar desde cualquier parte de esta isla que ya no es budista como Bali, sino de mayoría musulmana (cosa que se nota en el carácter de la gente, no tan alegre). Eso sí, y aunque parezca ridículo, por esas cosas de las agencias de cubrirse y al tener que hacer escala en Denpassar, tuvimos que pasar/derrochar otra noche en Seminyak (al menos aprovechamos para que Alex apagara todas las velas y algunas antorchas del precioso (y caro) restaurante italiano en la playa de Seminyak: La Lucciola)
Estábamos alojados en Lombok (Jeeva Beloam Beach Camp) en un “campamento de playa” con 11 bungalows funcionales en una pequeña playa espectacular y completamente aislados. Con los servicios básicos, pero a todo lujo (“glamping concept” o camping con glamour). Aquí la agencia nos la volvió a jugar porque no se entiende que fuéramos los únicos sobrados que teníamos 2 bungalow, cuando el resto de familias con 2 hijos (y los míos caben en cualquier parte) tenían (y pagaban) un único bungalow…Todo era discreto, aunque no faltaba detalle para estar en tan tremenda localización. Eso sí, a partir del mediodía se levantaba un temporal (no viento, temporal) que impedía mantenerse en la playa y obligaba a búsqueda de otros lugares. Una opción era ir a la playa rosa que estaba resguardada y permitía estar más a gusto, además de una puesta de sol espectacular.
Actividades no nos faltaron durante las 4 noches (cada vez que me acuerdo lo de los 2 bungalow y lo que costaban…) aunque la más espectacular, entiendo que también un poco frívola, aunque mejor no juzgar, fue la visita de madrugada al Fish Market de Tan Jung Luar.
Todo en si fue una puesta en escena bestial; llegada en barca amaneciendo, la isla previa llena de estrellas de mar gigantes, la gente tocando a los niños pues pensaban que daba suerte tocar rubios (y Gueorgui acojonadito) y, por supuesto, lo que hace famoso al mercado: los tiburones. Daba penita ver esos poderosos bichos expuestos al sol con el único objetivo que arrancarles la aleta para exportarlas a Singapur para hacer sopa de aleta de tiburón…pero…qué impresión!!! Vale más una imagen que mil palabras….
Por cierto, acabamos el día comiendo en un restaurante flotante langosta pescada allí mismo; no digo que fuera muy sabrosa pero, aunque sea para el curriculum, como mola poder contarlo!!!
¡Y para acabar con Indonesia, un filón los carteles en los baños…lo que se aprende delante de un urinario!!!