Viajo de nuevo a Santiago de Chile, ya sólo faltan un par de horas para llegar, y pronto estaremos sobrevolando los Andes, dejando al lado derecho del A340 el Aconcagua, espectacular, luego unos minutos más de vuelo y descenso casi en picado hacia Santiago, donde salvo que sea verano nos zambulliremos en la “eterna boina” de nubes y smogg que cubre la ciudad.
Tengo un buen amigo viviendo allí hace muchos años que cada vez que voy me prepara un buen plan de fin de semana, esta vez, se trata de una tarde de fútbol; acudir a uno de los máximos clásicos del futbol de Chile, la Universidad de Chile contra Universidad Católica en el estadio nacional.
Lo primero que hice la vez que conocí Santiago, una ciudad moderna, dinámica, que no se parece en absoluto a lo que uno se imagina debe ser Sudamérica, fue acudir a un “café con piernas”: curiosos sitios en el centro de la ciudad, donde los oficinistas y ejecutivos van a tomar café servido por señoritas de buen ver vestidas con microfaldas, microbikinis o prendas similares, en locales repletos de espejos para observar sin recato la anatomía de las “cafeteras”. Entrar a uno de estos sitios es como viajar a la España del destape en pleno siglo XXI.
En lo económico, contaros que Chile es un país muy interesante, pese a ser un mercado pequeño (15 millones de habitantes), ha gozado de un crecimiento sostenido durante más de 25 años, existe seguridad jurídica y facilidades a las empresas para invertir. Nos instalamos allí el año 2006 y hemos abordado varios proyectos interesantes, esta vez vengo a un par de reuniones con mis socios chilenos, encabezados por el presidente de la compañía D. Carlos Paul. Estamos en visos de conseguir un cliente nuevo que supondría doblar nuestra volumen actual en Chile (cruzo los dedos).
Después de un par de días de trabajo me quedaré algo más para viajar rumbo al sur del país, pero eso, junto con lo que vea el Domingo en el estadio Nacional lo contaré en otros posts.
Un abrazo,