Y fue llegar al aeropuerto de Atenas, tomar el taxi en una, he de decirlo, bien organizada cola, y retrotaerme 2 o 3 décadas a cómo eran las cosas antes en España. Es verdad que fue esa impresión y no más ya que me sorprendió el magnífico carácter de los griegos, pero ese taxi cochambroso(y sin aire acondicionado) con el taxista oliendo a sudor de varios días , por supuesto, sin hacer uso del cinturón de seguridad (el mío directamente estaba fuera de uso y no porque fuera de los que emiten el molesto pitidito si no te los abrochas…) y chapurreando un poco de inglés (en eso he de decir que no difiere mucho de los taxis españoles) me sonó bastante familiar con otros tiempos. Esos tiempos en que entrabas en un restaurante en España y parecías molestar, si no a los camareros (que también) seguro que a la bandada de moscas que acechaban las tapas malolientes expuestas al solazo. Y he de reiterar que fue sólo la primera impresión, y que podía haberme ahorrado esta introducción que no hace justicia con el resto de lo que he de decir sobre este maravilloso país, pero es que lo que más me fastidió fue otra cosa que, seguro que antaño y no descarto que ahora, ocurría con los turistas en España, la vueltecita de rigor mientras buscaba complicidad con el tema del futbol (por qué todos los taxistas en Grecia siempre empiezan las conversaciones con el futbol?) para meterme la puyita sobre la tarifa fija que estaba claramente expuesta a la hora de coger el taxi. Los 35€ flat rate se convirtieron en 45€ por la gracia de Dios pero, además, como se imaginaba y así fue, protesté, me dejó en una entrada lateral (cerrada) del hotel que me obligó a caminar con las maletas y 3 niños y subir y bajar escaleras hasta que llegué a la entrada principal. Allí esperaban Paula y Lili tranquilamente después de haber pagado 10 euracos menos!!!!, y no haber sido lastimadas en su orgullo viajero. Además, en los 15 minutos de espera, tuvieron oportunidad de saludar y ser correspondidas con algún guiño de ojo sabrosón, por el primer ministro chino que se alojaba también en el Intercontinental Atheneum.
Repuesto del trago amargo, y si bien el highlight de las primeras vacaciones familiares con todos los enanos, eran las islas, en particular la isla de Sifnos donde mi buen amigo del cole David abrió hace ya 4 años un hotel boutique del que ya os hablaré largo y tendido, Atenas me sorprendió muy positivamente.
Apoyada en ser lugar de tránsito para millares de personas que la utilizan de escala para tomar el ferry a las mas de 2.500 islas que se desperdigan por el mar Egeo y, como no, en la Acrópolis, ha generado un área alrededor de la misma (los barrios de Plaka y Monasteraki) donde gran cantidad de tabernas tradicionales y tiendas de artesanía hacen las delicias de los turistas.
Si bien hay callejuelas y preciosas plazas por las que deambular (no es posible perderse por la gran cantidad de gente que, por otra parte, permite que haya tantos lugares) el gran atractivo, sin duda, son las diferentes perspectivas de la Acrópolis y del Parthenon, pues los mencionados barrios se encuentran rodeando la montaña y se ven desde todas partes.
Prefiero no recomendar ninguno pues los hay a mares pero me gustó bastante uno en la Via Adriano (al costado del Agora) llamado Diodos (sobre todo le gustó a Alex por su colección de relojes antiguos…).
Respecto a la Acrópolis, prefiero la vista al atardecer que la visita en sí que, aunque es obligada por la historia que la rodea, no deja de decepcionar por las hordas de turistas y por los innumerables destrozos que ha sufrido el Parthenon desde que se construyó en el siglo IV AD para conmemorar la victoria sobre los persas en la batalla de Marathon.Luego fue tomada por turcos, cruzados…y convertida en mezquita, catedral, destruidas sus maravillosas estatuas y, finalmente el expolio británico que tanto duele a los griegos. Por cierto, maravilloso el museo que construyeron en el 2009 y que alberga, aparte de 5 de las 6 cariátides (la sexta en el British…) una original reconstrucción interna del Parthenon rodeada del original por las enormes cristaleras. Hay muchas terrazas desde donde ver atardecer con la Acrópolis de telón de fondo (hotel A for Athens desde Monasteraki y, por original y bien puesta (aunque a precios abusivos) las vista desde el lado sur de nuestro hotel…).
Volviendo a la batalla de Marathon y para recalcar mi gusto por los mismos, insistir en que fue la que convirtió a Grecia en lo que hoy sabemos de ella como cuna de nuestra cultura y de lo que es más importante por lo denostado que está el término actualmente, de la democracia. Y digo denostado porque ahora se apela a la misma cuando nos interesa y se quita de en medio cuando los políticos ven que no se van a salir con la suya. Todos sabréis la historia en que el soldado (creo que Filípides, digo que creo porque si lo afirmara creeríais que lo se por haberlo googleado y de esta manera, a riesgo de equivocarme, me apunto un tantito) recorrió los, exactamente, 42 kms 196 metros para comunicar al Senado (digo yo) la victoria en la batalla. Inmediatamente después cayó fulminado. En ese punto se eleva el Estadio Olímpico que es una réplica del original bastante alucinante y donde se celebraron los JJOO primeros de la historia moderna de los mismos en 1896 (rollo Barón de Coubertain, espíritu olímpico…)y que es punto final de la Maratón de Atenas. Para los de 2004 construyeron todas las instalaciones de 0 incluyendo el Estadio Olímpico…y digo yo que mejor les hubiera ido si hubieran aprovechado el ya construido….