Hanói es Asia en estado puro. Se me ocurren otras ciudades que mantienen ese espíritu de lo que esperamos de Asia pero pocas del tamaño tan manejable como Hanói. Es la capital de Vietnam pero la segunda ciudad más grande del país tras Ho Chi Minh. La ciudad vieja tiene el encanto del caos, de la muchedumbre de pequeñas motos pitando de manera desenfrenada, de los bares para mochileros donde es fácil (y barato) departir con otros viajeros…y además tiene el laguito de la espada restituida con su templo taoísta en la isla central.
Y hago aquí una pequeña pausa para hablar del tema místico en Vietnam. Nunca prohibido por un gobierno comunista que lo acepta, en Vietnam se profesan 3 tipos de religiones que si bien tienen nexos en común, en realidad son bastante diferentes (aunque complementarias). No existe demasiada competencia entre ellas porque cualquiera puede elegir alguna o las 3 si le va mejor. Por tanto no se irritan los unos con los otros exaltando las bondades de la propia y, lo que es más importante, no se matan los unos con los otros. Así, hay budistas, confucionistas (con un rollo más filosófico del feng shui) y taoístas (estos son los del ying y el yang; todo tiene su parte buena y mala por lo que hay que tomar las cosas como vienen y no establecer demasiados juicios de valor).
Ahhh…me olvidaba, y en Vietnam están también lo hochiministas; que son legión. Personaje idolatrado como el máximo líder vietnamita que, por un lado consiguió la independencia de los franceses fundándose la República comunista de Vietnam del Norte y, posteriormente, cuando entraron los americanos en juego ante el riesgo de que Vietnam se convirtiera en otro país satélite de Moscú en la zona, lideró al Vietcong en la batalla con los americanos que acabó con una de las mayores derrotas del ejercito gringo.
Personaje omnipresente en Vietnam (os juro que hasta vimos alguna figura de HCM en templos) tiene su centro ritual máximo en su mausoleo que, como el de Lenin, se puede visitar. Fueron de hecho los rusos los que ayudaron a embalsamar el cadáver y dicen que cada año se lo llevan un par de meses a Moscú para “mantenimiento” (cosa esto que carece de sentido porque parecería más razonable traer a los técnicos que mandar la momia para arriba pero…). Como todas estas cosas (visita sin duda obligada) acojona la visita y, especialmente, la marcialidad de los soldados que se dedican a amonestar a aquellos que no guardan la compostura exigida.
Cenamos con nuestros “compas viajeros”, Coché y Mariola recién llegados de Sevilla en el correcto Cau Gou. Situado enfrente del lago en un edificio con varios restaurantes en la entrada de la Old town y con una terraza que, si no hubiera estado lloviendo (como veréis fue la tónica del viaje), habría sido magnífica para cenar. Fue el desembarco en la comida vietnamita. Mucho arroz, fresh spring rolls (deliciosos), ricas sopas especiadas… y barato salvo que te metas donde no debes… ¡qué cambio con la estadía en China!
Y tras acabar el día con un masaje (ya llevaba unos cuantos) en un spa llamado SF (sin final feliz me decía socarrón el guía… un fenómeno el tío) nos fuimos para la estación porque empezaba la parte más aventurera del viaje: el trekking por la montañas del valle de Sapa donde, por cierto, no dejaría de llover en los 3 días que estuvimos allí.
Tras 8 horas de viaje donde el tren recorre la friolera de 280 kms, llegamos hasta la ciudad de Lao Cai, fronteriza con China y donde a la vuelta también tuvimos alguna anécdota que ya os contaré… La primera sensación tras abrir los ojos y bajar del tren es que estábamos en otro mundo, frío, montañas cubiertas por la niebla, ninguna moto..
Esto prometía…