¡Vamos bien en Panamá; muy bien diría yo!
Pocas veces en la historia de Logisfashion una unidad de negocio había empezado en números negros desde el principio y con unas perspectivas magníficas; almacén en la Zona libre de Colón en permanente crecimiento, nuevos clientes, operativa controlada y, lo que es más importante, socio comprometido y con ganas de hacer crecer el proyecto.
Nos juntamos el domingo por la noche 6 personas de Logis, desde gente expatriada en Panamá para apoyar en la puesta en marcha, hasta el equipo corporativo de España y Comercial LATAM. Todos trabajando conjuntamente para hacer crecer el proyecto que es un proyecto común pues Panamá, junto con China/Hong Kong, es el proyecto que más nos va a permitir las ventas cruzadas. Es fácil vender Panamá por sus ventajas a nivel logístico y aduanero y lo es, todavía más como reclamo para conseguir cuentas corporativas globales gracias a esto. Y que conste que no hablo de los famosos “Panamá papers”…eso es otra historia que, desde luego, no va con nosotros.
Aprovechamos para celebrar el primer consejo de Logisfashion Panamá junto con nuestro socio local Leo. Además pudimos disfrutar de una maravillosa velada en su casa junto con su encantadora esposa y sus simpáticos hijos. Ella, que se dedica a la danza de manera profesional nos enseñó un video de su estremecedor espectáculo de danza clásica sobre el holocausto, ellos, empezaron la noche siendo del Barça y la acabaron del Atleti…
Al final, terminamos junto con el dicharachero padre de ella de charleta en el espectacular jardín con vistas a toda la bahía de Panamá. A pesar de ser un piso bajo, al estar situado en un tranquilo cerro dentro de la ciudad, se goza de una gran perspectiva. A todo esto ayudó que Leo decidió tirar la casa por la ventana y abrir todas las botellas de vino que guardaba desde tiempos inmemoriales. Nos reconoció (y quedó probado por la calidad no muy buena de las botellas) que, imagino que por motivos religiosos, no era aficionado al vino y que las botellas que tenía eran todas regaladas. Imagino que el que le regaló las botellas, sabiendo que era judío y no se las tomaría, le regaló siempre las más baratas que encontró en la tienda. Y fuimos abriendo de una en una (hasta un “tío de la bota” encontramos) y tirando la mayoría al fregadero…
Al día siguiente, previo a mi viaje de regreso a España, visité las instalaciones que estamos montando en la Zona Libre de Colón. Desde aquí se realiza la logística de muchas marcas que utilizan Colón y sus ventajas como Zona Franca para realizar la distribución a diferentes países latinoamericanos. De hecho ese es nuestro proyecto con Bestseller (Veromoda, Jack and Jones, Only); recibir aquí todas las prendas desde Asia y en Colón realizar el acondicionamiento de las mismas y la distribución al país de destino final.
Pues bien, las obras van viento en popa y de hecho ya estamos trabajando con otras marcas como Vans. Allí está al pie del cañón nuestro trotamundos David, ¡Desde Santa Coloma a todo el mundo…! y el recién llegado Miguel manejando los números. Le dije a David de ir a comer a Colón para, de esta manera conocerlo, previo a ir al aeropuerto. Había oído hablar mucho sobre «Colón:ciudad sin ley» y su decadencia.
“Pues vamos al bar donde me llevaron el otro día a comer iguana; no te esperes gran cosa pero está curioso”
Como no, ese era el sitio para ir. Y efectivamente Colón es fiel reflejo de sus calificativos. Pasó tiempos mejores sin duda. Los edificios señoriales, aunque en estado de derribo, así lo atestiguan. Soportales, balaustradas y balcones porticados en las manzanas alrededor de lo que debió ser la zona comercial de la ciudad. Ahora calles desmembradas, muchas sin asfaltar, edificios que se caen a pedazos, cables por todas partes, gente en las calles holgazaneando y antenas parabólicas…no me preguntéis por qué pero muchas antenas parabólicas.
El restaurante no desmerecía. Lo regenta un tipo siniestro al que llaman, según me indicó David, el matón. Coincidió que daban el partido de Champions del Madrid contra el Wolsfburgo y que el Matón es muy madridista. No fue buena idea hacer alguna broma al respecto mientras ordenábamos. No había iguana, de hecho sólo había cambombia que es un caracol gigante en una especie de guiso. Pedimos cambombia. También 2 cervezas. No se podía fumar pero fumamos mientras los alrededores del local que era abierto se iban llenando (cual gradas) de parroquianos que venían a ver el fútbol. Acabamos las cambombia y un par de cervezas más mientras vimos la primera parte del match y nos fuimos porque perdería el vuelo.
No lo perdí pero a medio viaje, cruzando el océano, me acordé de la cambombia, del matón y de su puñetera madre.
¿Qué leches nos dio el matón?
Me faltaron baños en el avión… 🙁