Me ha sorprendido gratamente el cambio experimentado por Ho Chi Minh City en los últimos 4 años. Recordaba a la antigua Saigon como una ciudad comercial sin mucho encanto y menos pujanza y, sin embargo, me he encontrado en este viaje con una ciudad mucho más dinámica donde se empieza a palpar un desarrollo tipo ciudades chinas. Esto no sé si es bueno o malo pero, al menos, como decía al principio me ha sorprendido pues no esperaba tanto cambio.
La verdad es que la última vez que la visité fue un viaje relámpago a un Foro que organizaba el ICEX y casi no nos dió tiempo a paladear la ciudad ya que partí rápidamente hacia Hanoi (más pequeña pero con más encanto). Esta vez pude disfrutar de un fin de semana y descubrir lugares que le dan a la ciudad cierto encanto colonial. Lo mejor de todo es que es muy fácil de conocer; todos los puntos de interés están en un radio de no más 1 o 2 kilómetros alrededor de la plaza donde se encuentra la ópera, que está rodeada por los hoteles más clásicos de la ciudad: el Caravelle en cuya azotea se encuentra el famoso Bar Saigon y el centro de reunión de los periodistas occidentales durante la guerra del Vietnam, el famoso hotel Continental.
Y es sobre esta guerra donde se centra la historia de esta ciudad que fue la capital del Vietnam del Sur gobernada, tras la independencia de Francia, por un títere de las potencias occidentales que, rápidamente, se echó a los brazos de EEUU. Este hizo todo lo posible para evitar la victoria de los comunistas de Ho Chi Minh y, durante casi 20 años, se embarcó en una cruzada atroz con todo tipo de tropelías sobre las tropas del vietcong y sobre la sociedad civil en general.
Es curioso visitar los museos (War Remnants y el palacio de la independencia) donde aparecen documentados los hechos desde el punto de vista vietnamita (que, digamos de paso, difiere bastante sobre los malvados charlies de las películas yankees). Finalmente, el 30 de abril del 75, las tropas del norte entraron en el palacio presidencial (hay una foto muy famosa de un tanque tirando abajo la valla) y ese mismo día evacuaron a los últimos soldados y personal diplomático de la embajada americana. A partir de aquí Saigon se convierte en HCMC y se crea un único Vietnam aliado de la Unión Soviética…les salió un poco mal la jugada a los americanos que dilapidaron en esta guerra casi 300 mil millones de dólares y muchas vidas…
Volviendo al inicio, me ha sorprendido la cantidad de restaurantes que se han abierto en estos años. Destaca un clásico, el Mandarine en el que ya estuve hace 4 años. Esta vez también estuve en un par más cuyos nombre no daré para no tener que detenerme en la historia de la rata que pasó corriendo entre las mesas de la terraza…Como no me es algo novedoso en Asia no le dimos más importancia, sobre todo cuando se lo comentamos a la camarera y, por la cara que puso, le pareció hasta algo simpático…Eso si, en general los restaurantes son todavía baratos, muy baratos…
La vida nocturna no la pudimos catar en exceso pues las excursiones nos obligaban a madrugar pero se veía que había muchos bares en la zona del río que yo no recordaba. Ni siquiera nos acercamos al clásico de los clásicos, el Apocalypse Now que tanto le gustó a Rafa Torres hace 4 años…
Dicho esto, el viajero que no para, acompañado de nuestro director en Asia, Alvaro, contrató la excursión que nos recomendaron; subir el cauce del río Saigón en barco rápido para conocer los túneles donde se escondían los soldados del Vietcong para evitar que los americanos les descubrieran en su guerra de guerrillas. Estos se dedicaron a hacer todo tipo de barbaridades para intentar cepillárselos (bombardear la jungla con agente naranja que hacía desaparecer TODO rastro de vida, guerra química contra la población civil (Mai Lai), torturas a soldados y campesinos a los que acusaban de colaborar con la guerrilla…). Mientras los otros se refugiaban en este entramado de túneles a los que accedían por unas trampillas que tapaban con tierra y la única forma de cerrar era poniéndoselas en la cabeza y agachándose (de verdad que cuesta entender como se metían en esas madrigueras).
Posteriormente, dentro de los túneles, que habían cavado a mano, tenían todo tipo de búnqueres a diferentes niveles e incluso cocinaban dentro con unos pequeños orificios para que saliera el humo y entrara aire que tapaban para evitar que los perros les pudieran seguir el rastro. Es curioso de ver y fácil imaginar, el infierno que suponía para los americanos intentar introducirse en esa jungla repleta de trampas en las que se quedaban ensartados a las primeras de cambio y no te quiero ni contar al que se atrevía a meterse en alguno de los tuneles en los que has de ir casi reptando.
El highlight de la excursión para los más belicosos es que puedes comprar balas y disparar clásicos como los AK47 (yo, como ya tuve mi ración de disparos fallidos en la mili y tengo la clavícula en recuperación preferí abstenerme) y para los más aventureros recorrer uno de estos túneles (se entiende que un poco edulcorados para turistas con cierta iluminación y algo más grandes que los reales). Te dan varias opciones de salir cada 20 metros, yo como un campeón me hice los 100 y salí sudando como un pollo…eso si, perdimos por el camino a un filipino gordito y su mujer que nunca quedó claro que pasó con ellos…cosas del Vietcong!