Nadie dijo que los comienzos fueran a ser fáciles. Con un crecimiento como el que llevamos en 2015 por encima del 50% a nivel de grupo y con aperturas permanentes (Colombia, Panamá, Miami…) las situaciones se vuelven a veces complicadas y afloran las tensiones dentro y fuera del equipo. Es normal en situaciones de alta exigencia y altos niveles de estrés. Las operaciones necesitan rodarse, los sistemas afinarse, los procedimientos ajustarse, las personas formarse…
Quiero aprovechar estas líneas para mandar ánimos a todo el equipo de Logisfashion; a aquellos que están desplazados dando servicio a los almacenes que se están montando, a los nuevos clientes y a aquellos que, desde Central, ponen también todo su esfuerzo en apoyar el desarrollo de las nuevas operaciones. Este es un gran proyecto con un gran equipo. ¡Que no decaiga el ánimo ante las dificultades muchachos!
Como decía el Cholo: “Si se trabaja y se quiere, se puede…¡ánimo muchachos!”
Y no quiero establecer paralelismos extraños pero escribo todo esto mientras el mismísimo James Bond llega a la ciudad de México. De hecho veo desde la ventana de mi hotel su llegada a la premier de su nueva película Spectre en el Auditorio Nacional. Parece que es fin de semana de acontecimientos (será por ser el día de los muertos) pero el otro día me crucé con Fernando Alonso en el hall del hotel. Y corría huyendo de los fans mucho más de lo que acabó corriendo en el Gran Premio… ¡perra vida!
Ya os digo, semana intensa de trabajo donde nos habría venido de perlas un par de 007s. No paramos entre negociaciones con clientes, partners, proveedores. Eso sí, dio para conocer un buen restaurante (como siempre actuó Carlitos de Cicerón). Acaba de abrir el cocinero asturiano Koldo Miranda el restaurante “El Gamberro” en Bogotá y me pareció un restaurante con alma, con sabor, algo que no es fácil de encontrar en los nuevos restaurantes de Bogotá que todos están muy bien pero que, al final, todos son muy parecidos: modernos, aseados…y un poco insípidos para mi gusto…ahhh…y caros, todavía muy caros a pesar de la devaluación del peso (y no os cuento si pedís vino).
¡Ayyy la devaluación del peso!….todo el mundo llora, como si se pensase que la era de las materias primas, que había convertido a países parias en los amos del universo, fuera a durar eternamente. Se creó ese espíritu típico de las burbujas que hacia crecer riqueza como hongos. Pero amigos, la riqueza que se crea de manera artificial desaparece igual que viene y sólo los de siempre sacan rédito de la misma; ¿Serán aquellos mismos los que las crean para sacarnos el dinero del bolsillo?
Bueno, vuelvo a la realidad que me voy por los cerros de Úbeda, lo dicho, el restaurante me pareció muy bueno porque, extraño en estos proyectos que ponen el apellido pero los chefs no están encima, consigue crear algo diferente, algo que sorprende, algo con “armonía” (aquí guiño a Paula).
También tuvimos ocasión de cenar con el equipo, con el que se va formando en Colombia/Panamá (donde en breve seremos ya más de 70 personas) y con el que se está desplazado apoyando con gran esfuerzo la puesta en marcha…Eva, Quim, Pere…y en breve Hector, Gonzalo, Oscar, David…todos contribuyen a este proyecto y sin él no seríamos nada.
Cenamos, nada más y nada menos en la versión capitalina de mi adorado Andrés carne de res…el Andres DC que impresiona por el tamaño (un edificio entero de 4 plantas remedando al original en Chía) con capacidad para 700 personas que llena día sí y día también. ¡Madre que negocio tiene el amigo Andrés! Eso sí, difícil trasladar el carácter y la personalidad del original. Se ve como lo que es, una copia perfectamente ejecutada.
Y aunque uno ya no da para muchas alegrías nocturnas y esa semana estaba especialmente cansado, no dejamos de ir a tomar la penúltima en la zona T en un sitio muy chulo de conciertos con una terraza espectacular (Armando Records) donde acababan de tocar los Planetas. Ese Fer se las sabe todas por la noche…