Llego a México un sábado por la noche, y me recibe con un terremoto de los fuertes. Cuando aterrizo en el aeropuerto internacional Benito Juárez todo el mundo habla del sismo que hubo esa tarde, que hacían, donde les pilló…. Cuando en México, tan acostumbrada a estas situaciones, todo el mundo habla de ello es que ha sido fuerte y, efectivamente con un 6,8 en la escala Richter y epicentro en el estado de Guerrero, parece haber sido uno de los más importantes de los últimos años. No olvidemos que allí se está a la espera de un gran terremoto que se produce cada 30-40 años y que sucedería al del 85, que fue de más de 8 en la escala Richter y que dejó, de manera extraoficial, decenas de miles de muertes en la Ciudad de México (nunca se ha sabido a ciencia cierta pues las cifras fueron ocultadas por la censura impuesta por el Presidente de la Madrid; las cifras oficiales suben a unas 6.000 muertes, lo que sin duda alguna dista mucho de la realidad).
Como digo, ya toca otro terremoto fuerte por lo que hay especial sensibilidad con el tema. Está claro que los edificios están más preparados que antaño y que muchos de los antiguos ya cayeron en el 85 por lo que la destrucción no será tan tremenda (hay un par de edificios que, por no haber caído entonces se consideran grandes obras arquitectónicas antisísmicas). También ayuda que DF se extiende por todo el valle a través de kilómetros y kilómetros lo que hace que no existan una gran cantidad de edificios altos.
Me subo al taxi y me dice el taxista: “Saldo blanco”, lo que viene a decir que no ha habido víctimas (o una cantidad pequeña de ellas en un país acostumbrado a que el reporte diario de ultimados del narco no baje de las 2 docenas…).
Ya os conté en varios post hace unos meses datos e historias del narco que desangra el país, pero también os dije que me encanta Mexico, a ver que me depara este viaje…
saludos,