Los Apalaches

Después de una semana intensa en México con visita a Guadalajara para gozar de una opípara comida en el Corazón de Alcachofa y perder el avión de vuelta (era a las 7 pm y salimos del restaurante a las 9…sic) y de pasar por LA para visitar posibles implantaciones de Logisfashion, tocaba subir a Los Apalaches camino de Nueva York donde correría mi tercera «NYC marathon».

La semana previa fue intensa, no sólo por lo habido en México, sino también por varios temas  que nos ocupaban y preocupaban (puesta en marcha de Chile, Halloween con la puesta en marcha de los almacenes de Alemania y Panamá para Funidelia…). Probablemente no fue la mejor preparación de la maratón, pero, en fin, es lo que hay y el fin se semana previo lo pasaríamos en Atlanta (no es que pille de paso desde LA pero era el comienzo más razonable) para cumplir con el objetivo de recorrer los Apalaches subiendo la mítica Blueridge Parkway. Esta es una carretera panorámica -turística- que recorre los Apalaches desde Cherooke en Georgia hasta su final 800 kilómetros más al norte.

 

Fin de semana en Atlanta

 

El plan era pasar el fin de semana en Atlanta donde se me uniría Paula (ella si en vuelo directo desde Barna). Atlanta es una ciudad moderna y cómoda, famosa por la Coca Cola (visita insulsa el Coca Cola World), la CNN y, como no, Martin Luther King. No es que tenga mucho, pero en un país como EEUU se puede considerar histórica y es curioso visitar la iglesia baptista de Ebenezer y escuchar la grabación de sus discursos previos a ser asesinado por un Trump cualquiera en Memphis. Si, su “I have a dream” tiene su aquel para unos años en que hasta los autobuses discriminaban a blancos y negros…

Es por cierto una ciudad famosa por sus buenos restaurantes. De los que fuimos, el Optimist como restaurante y bar de moda cosmopolita tenía mucha gracia. Tomamos ostras de esas que no saben mucho, pero, al menos, no te clavan y como ya es tradición mía desde que descubrí que no era vino aguado, una botellita de Pinot Noir californiano que entra como la sangría .😉

Con coche de alquiler, confusos por el frío que hacía, llegamos 200 kms al norte de Atlanta donde empieza el Blue Ridge parkway a Cherokee. Sólo por el nombre merece la pena desviarse. Digamos que básicamente por el nombre porque el pueblo no tiene mucho más salvo un interesante museo indio que explica la larga marcha que tuvieron que realizar y que diezmaron la mayoría de las tribus cuando de esta zona los hicieron desplazarse hasta el gélido midwest (creo recordar que a Minessota o Idaho…vamos, no precisamente a Florida).

Y se puso a nevar en Cherokee mientras degustábamos una hamburguesa de avestruz en un restaurante donde no servían alcohol (sólo tienen ese privilegio, y el del juego), los casinos que pueblan la región están gestionados por los indios. Eso, y las múltiples tiendas de baratijas es lo más parecido a los indios con plumas que esperas ver. Para culminar un comienzo no muy prometedor, el camarero mexicano nos dice que el Blue Ridge está cerrado por el mal tiempo por lo que para llegar a Asheville (North Carolina), nuestra primera etapa, deberíamos ir por la highway.

 

El Blue Ridge Parkway

 

Pues vaya, hemos venido a recorrer el Blue Ridge y por estar fuera de temporada está cerrado.

¿Pero no era esta la época bonita donde veríamos toda la gama de colores otoñales en los bosques?

Ciudad estudiantil, cuna de la Bluegrass music (especie de música country propia de los Apalaches pero que no llegué a saber bien,  que era…) y con una gran variedad de oferta gastronómica. Nos quedamos en un hotelito centenario en las afueras  (Princess Anne hotel) que había sido desde reformatorio hasta hospital y cenamos en un restaurante que se vendía como de tapas pero que tenía bastante encanto (The Nightbell). Acabamos tomando una cerveza y escuchando música en directo (en busca del Bluegrass) en el famoso, en la zona, Jack of the Wood. Incluso compartimos mesa con estudiantes que nos deberían de ver como nosotros en su época veíamos a los Roper….

Y, ¡milagro, si que fuimos capaces de tomar el Blue Ridge!  Aunque sólo unos kilómetros en dirección a Blue Rock. He de decir que es conveniente llevar un mapa de los de toda la vida porque si vas de rollo Google maps a veces tienes sorpresas al fijar un destino sin tener claro a donde te diriges. No fue tanto por ese día, sino por el siguiente que, tras muchos kilómetros por el Blueridge y pasar highlights  ya en Virginia, le metimos al navegador la coqueta ciudad de Abingdon. Allí llegamos tras 200 kms que hicimos a contramano y que tuvimos que deshacer la mañana siguiente para volver a tomar el Blue Ridge.

Menos mal que era Halloween y tuvimos deliciosas imágenes con los lugareños…

Finalmente, llegamos a Charlottesville, sede de la UVA (University of Virginia). Desde la 200 South Street  Inn donde nos quedamos, nos recomendaron ir a The Whiskey Jar con más de 1000 variedades de whiskys de todo el mundo.

¿Sería allí donde Paula perdió la bufanda de Hermes? Tampoco fue lo primero que perdió…ni lo último.

Voy rápido porque lo más interesante es la casa que se construyó en la colina aledaña, el autor de la Declaración de Independencia en 1776, presidente durante 8 años y una persona curiosa, erudita y abierta a las nuevas ideas de la ilustración. Recuerda a las villas que se podían encontrar en la Toscana italiana.

Y ya tomamos camino hacia el norte, recorriendo algunos kilómetros de la Skyline Drive que recorre el Shenandoah National park y recorriendo los 800 kilómetros que nos quedaban para llegar a New York, cosa que hicimos 2 días después de que un loco se llevara por delante a 8 argentinos que celebraban los 30 años de graduación en pleno Manhattan.

¿Qué no tiene Nueva York?

 

Malo es ir justo cuando tienes que cuidarte para la maratón, pero hicimos algo que no había hecho nunca y que me pareció toda una experiencia: ir a un partido de los Knicks en el Madison Square Garden. Todo espectáculo y poca emoción, absolutamente diferente a lo que es el deporte en Europa y más cuando en el descanso ya ganaban los Knicks a los Phoenix Suns por más de 20 puntos…ni me acuerdo de como acabaron. Eso sí, como he hecho en las 3 maratones anteriores, la noche antes cenamos (y nos clavaron) con mi amigo Pistilli en el Cipriani de Central Station. ¡Eso y mi regularidad en las maratones, cada vez lo hago 9 minutos peor que en la anterior!

Y nada más acabar a coger el avión que la mañana siguiente empezaba un Programa en el IESE por los próximos 6 meses…como no tengo lío… ¡reciclaje lo llaman!!!

La maratón que no fue

Se trataba de correr la maratón de Santiago junto con el equipo de Casaideas para celebrar el contrato firmado entre ambas empresas. Tomás, el Director de Operaciones, es un runner reputado y cuentan en el equipo con un algún que otro animal de los deportes extremos. Lo que acordamos en una noche, creo recordar con alguna cerveza de más, lo rebajamos al poco tiempo a la media maratón que se ajustaba más a las características del equipo Logis. Sin duda un equipo correoso, pero menos pro que el de Casaideas.

El compromiso era por parte de todo el equipo directivo que se preparó a conciencia. Hubo bajas previas (José María se inventó una oportuna artroscopia en la rodilla la misma semana de la carrera…), pero el resto del equipo aterrizamos en Santiago directos desde Panamá el viernes por la noche con la intención de reposar para la carrera del domingo. Lo cierto es que yo ya tenía decidido mi ausencia de la carrera por problemas en el tendón que no me dejarían correr, pero, para no desgastar la moral del equipo, mantuve la incertidumbre de mi presencia hasta el final.

Allí estaba Galache que también se proponía correr con nosotros (este sí que hubiera dejado alto el pabellón de Logis) pero, ni corto ni perezoso, nos recibió con una cena en el Mestizo. Me gusta este restaurante, claramente de moda y ubicado en el mismo Parque del Bicentenario cosa que, especialmente con buen tiempo, le da mucha vidilla. Tomamos “locos” que hacía mucho tiempo que no probaba y que me parecieron tan insípidos, aunque tan imprescindibles con siempre. Comimos unas machas a la parmesana deliciosas y una entraña espectacular. Claro está, todo con cerveza y buen vino chileno (sé que no lo fue, pero digamos que un Marqués de Casa Concha…es que no acabo de recordar el que pedimos…). Y la noche no podía terminar así. Primero al Balbona (demasiados españoles…) y luego a una disco colombiana también demasiado poblada de españoles (andan por todas partes en Santiago.).

En fin, que la noche se complicó, aunque afortunadamente la Candelaria cerraba pronto. No fue la mejor manera de preparar la carrera del domingo; sin duda no lo fue.

Eso sí, el sábado todos los runners se cuidaron. Gonzalo no se permitió ni una mísera cerveza en el Formentera donde vimos la victoria del Atleti en Málaga. Miento, acabó tomándose un par, pero es que eran Mahou. Pere y Josep María ni agua bebían.

Gracias a ello dieron el callo en la carrera. La disfrutaron y consiguieron un resultado memorable. Bueno, al menos pasaron un buen rato y no sufrieron más de la cuenta. Como les envidio porque yo soy incapaz; siempre acabo sufriendo demasiado…

Y después de la carrera, gracias a Leo el hijo de Mario pudimos visitar las bodegas de Concha y Toro en las cercanías de Santiago. Había que ver cómo me comían los chavales después de la carrera. Esa cata con quesos donde devoraron como si no hubiera mañana. Así acabaron menos tocados pues bebimos bastante vino. Y como no, acabamos comiendo en la misma bodega con una botella del delicioso Epu, aunque Gonzalo estuviera empeñado en beberse una cerveza.

Por cierto, visitamos el famoso Casillero del Diablo que es donde el Marqués de Concha y Toro guardaba sus vinos más preciados…y se inventó la leyenda de la presencia del diablo para evitar que los lugareños entraran a robarle las botellas.

¡Pero también trabajamos!

Esto fue el aderezo de unas jornadas de trabajo, días intensos por cierto, porque las obras de nuestra nueva bodega van viento en popa…y en julio tenemos que inaugurar la operación con 14 mil 500 metros cuadrados con un grado de automatización absolutamente innovador.

 

 

Y si, Gonzalo se salió con la suya y acabamos cenando en el Liguria…;)

 

 

Y llegó el día…#maratónNY

IMG-20141107-WA0017Y llegó el gran día. Tras poco dormir, suena el despertador a las 5am. Me asomo a la ventana y confirmo la predicción de viento huracanado. De hecho era la primera vez que la app del tiempo del iphone me indicaba un símbolo como el de la nubecita soplando (imagino que los windsurferos lo verán de otra manera pero no hay cosa que me desagrade más que el viento).

Para más inri, viento del norte lo que es especialmente jodido por: los 5 puentes que atraviesa la maratón y porque es una maratón que comienza al sur de NYC (en Staten Island) y acaba al norte (en Central Park) por lo que la mayoría del recorrido tienes el viento en contra. Hace 4 años, en mi primera maratón (donde por cierto hice mi mejor marca con 3.10) había llegado a la isla en ferry (que es más coñazo pero también más impresionante cuando pasas por delante de la Estatua de la Libertad). Esta vez tenía que tomar el autobús enfrente de la Biblioteca pública en la Quinta Avenida lo que me daría una horita más de sueño. No quita para que abandonara el hotel con mi disfraz de homeless al que no le faltaba el cartón, la mantita adquirida el día antes en Century 21 por 11$ y todo tipo de ropa de abrigo también adquirido para luego desechar (pantalón de pijama de forro polar (12$), chaqueta cedida por Cristobal de Tokyo (esta me supo mal dejarla), jersey de Tuck de Paula, bufanda regalo de unos reyes antiguos, gorrito de golf…). Claro que también tienes la parte que puedes recuperar pues te dan una bolsita transparente con tu dorsal donde puedes meter una chaqueta, el móvil, la cartera y una camiseta de repuesto que luego te entregan en la meta…42 kms después.

IMG-20141107-WA0011Todo está muy bien organizado, imaginad si no como sería realizar una carrera con más de 50.000 participantes que salen desde un punto remoto para acabar en el centro de la ciudad. Si a esto le añadimos que, por el miedo a un atentado terrorista después de Boston 2013, las medidas de seguridad son extremas, más vale que esté bien organizado; y lo está.

Todo está medido al detalle, la zona donde has de esperar un par de horitas hasta que llega la hora de empezar a quitarte capas, la zona de carpas de desayuno y baños (fundamental), el momento en que has de entregar tu bolsa al camión de UPS, la hora en que ya has de entrar al corral (así se llaman) asignado, el momento en que ya has de quitarte todo lo que quieras donar. Son esas dos horitas cortas las que yo (perro viejo) me tumbo en el cartoncito y me tapo con la mantita a la espera de la salida dando sorbitos a un café calentito. Y menos mal porque la temperatura (4 grados) y el viento, sobre todo el viento, hicieron la espera muy desapacible.

Y llega el momento de la salida. Como no, himno americano a capella a los pies del puente de Verrazzano. Impresionante espectáculo, incluso para los que salimos desde abajo y no vemos a los pros salir disparados a ritmos que seríamos incapaces de mantener ni 500 metros seguidos. Adrenalina a tope, pasas por el detector del chip y suben las pulsaciones. Ya estamos en carrera y me pongo a seguir al grupo de 3:10 (hay pacemakers que marcan el ritmo con un cartelito para el que quiera conseguir una marca determinada). Muy útiles si lo hacen bien y no te meten el cartel en el ojo como ocurrió con el japonés chiquitito que llevaba la que yo seguía. El viento que entra de costado en el puente es bestial tirándonos hacia nuestra derecha. Las bolsas y prendas finales que la gente descarta al iniciar la carrera cruzan el puente como proyectiles hacia el Oceano. Son las primeras 2 millas que se hacen complicadas; se me vuela un imperdible del dorsal que he de llevar sujeto con la mano porque me da miedo que se vuele. Además, bajo el puente, no funciona el gps por lo que es imposible saber el ritmo. Me limito a seguir al pacemaker que tiene grandes problemas para sostener en alto el cartel y que no lleva el ritmo adecuado. Pasamos el km 5 y el que lleva el cartel de 3:15 va por delante nuestro con lo que el japo se pone nervioso y cambia de ritmo. Es pronto para quejarse pero se oye algún gruñido por detrás…

Así seguimos hasta el km 15 donde debía ver a Paula; no la veo pero voy fuerte y casi sin darme cuenta me da la sensación de irme del grupillo lo cual me lleva a pensar que puedo mejorar sensiblemente la marca. En el 20 me vuelven a coger y ya no voy tan sobrado. Son kilómetros complicados con varios puentes mientras se cruza Brooklyn y se llega a Queens. Ya más justito, por el kilometro 25 se cruza el puente de Queensboro para entrar en Manhattan. La primera parte del puente es una subida sostenida en la que me cuesta mantener el ritmo del grupo pero me agarro con las uñas; acostumbrado al ruido del millón de personas que salen a las calles en el Bronx en el puente se respira tranquilidad. Se baja hacia la primera Avenida en fila casi de 1 y, sorpresa al tomar la curva para dejar el puente, el griterío es nuevamente ensordecedor, parece que te animan a ti. Me crezco y aguanto 5 kilometros más con el grupo. Tal vez fui demasiado optimista, en el 30 digo basta (el muro?) y veo como se aleja el cartelito mientras entramos en el Bronx. Mi ritmo ya es muy bajo pero no quiero bajar de 5 minutos kilometro; lo mantengo hasta el 35 ya en la Quinta Avenida con dirección a Central Park. Esos 7 últimos kilómetros se me hacen eternos…me pasa hasta el apuntador. No me siento cansado pero las piernas no me van, siento que me voy a caer en cualquier momento, quiero correr más pero las piernas me duelen demasiado. Se que no voy a mejorar por lo que me dejo ir. Veo a Paula a falta de 3 kilometros y le hago el habitual ya símbolo del pulgar hacia abajo…otra vez pinché. Te dicen que una buena maratón se corre cuando haces la segunda media un poquito más rápido que la primera (sólo un 5% de los hombres y un 8% de las mujeres la hicieron así en 2013). Me arrastro pero todavía paso cadáveres, gente que anda, que estira en los costados…Ya estoy en Central Park y esto está acabado pero hay que sufrir un poco más. Por fin el km 40…South Central Park (impresionante el gentío), últimos metros, intento esprintar (por llamarlo de alguna manera) para, al menos, bajar de 3:20….3:19:46…me duele todo. Miles de voluntarios para atenderte en la meta (en total 12.000 voluntarios que hacen un papel espectacular). Keep walking, keep walking…feeling ok?

Te dan tu medalla con la consiguiente felicidad de la gente; ves caras de alivio, de sufrimiento, de alegría…sigues andando cuando lo que tu cuerpo te pide es tirarte…pero hace frio, mucho más a medida que el sudor se enfría. Te ponen un plástico térmico y sigues andando. Feeling ok? Feeling ok? Pues no, tengo mucho frío…tenemos la warming tent donde entrar en calor. Y que maravilla, era una tienda con la calefacción a tope donde te controlaban como estabas, te medían la tensión, la temperatura, caldito caliente…me puedo dar un masaje?

Of course…y a 2 manos me lo dieron 2 simpáticas señoritas…vamos que no me sacaron de allí ni con agua caliente…

Los días previos a la Maratón

Tras una estresante semana en México donde, probablemente, aparte de descansar poco, cometí un gran error que me iba a penalizar en la carrera prevista para el domingo siguiente: no probar ni una gota de tequila!!, llegaría a la gran manzana el jueves. El objetivo era descansar previo a la gran cita del domingo.

Claro que traté de cuidarme, pero el ritmo de desayunos, reuniones, viajes, comidas, más reuniones, más comidas y cenas, no fueron idóneos para mi plan. Me dejé ir por una de mis debilidades culinarias en cuanto a desayunos se refiere en mis viajes. Nunca puedo decir que «no» a un desayuno completo con huevos Benedictine (pochados con salsa holandesa sobre una tostada), un buen jugo de mandarina, panecitos dulces y un par de  expresos dobles con leche (la única manera de tomar café decente en México). 3 días estuve en el DF y 3 días pedí lo mismo en otros tantos desayunos de trabajo. Calorías para el cuerpo que se convertirían en energía para la carrera…o no?. A todo esto le añadí prisas, Consejo, varias comidas corridas y un par de buenas cenas (mal regadas con vino) en el Novecento y el Tori Tori…ni un día comí pasta como mandan los cánones.

IMG-20141107-WA0015Bueno, el jueves doy el salto a Nueva York y tengo 2 días de reposo total y carga de baterías. Era un vuelo con muchos maratonistas ya que a las maratones americanas (y especialmente  a la de Nueva York) van muchos mexicanos. Entre 50.000 participantes imaginad cuantos mexicanos pueden correrla. Eso crea ya cierto ambientillo que destrozó el encontrarme a un pavo (con pinta de ejecutivo venido a menos) embutido en una camiseta roída naranja del Valencia FC con el número 8 a la espalda de Farinós (que cosas…)

Llegados a NYC y tras el trago del paso de la aduana (rodeado además de rabinos procedentes de un jumbo de El Al recién aterrizado) llegó el lío de siempre de encontrarme con Paula que llegaba de Madrid en el vuelo de Iberia y entre terminales (hay 8 en el aeropuerto Kennedy) y que no hay manera de que se esté quieta…bueno, al final todos juntos para el hotel que no podía estar mejor situado. En la 44 y la octava, a 2 pasos de Times Square y al lado del restaurante que primero visitamos. Ya me habían hablado del Hakassan; chino moderno para dejarse ver, con decoración ecléctica y cuentas alargadas. Buenísimo el dim sum. Un sitio para ir (en la 43 con la octava). Como seguíamos sin tomar pasta y los días pasaban, el viernes fue especial carbohidratos con comida en Little Italy después de un paseo (y muchas compras) por el Soho y cena también cerca, en Nolita, en otro italiano, el Peasant, este más de diseño y cuentas abultadas. Eso si, riquísima la pasta con salsa de jabalí y las navajitas.

IMG-20141107-WA0016Y tras un sábado con un tiempo de perros…lluvia y frío que hicieron a Paula desistir en sus planes de conquistar la ciudad (menos mal) y con comidita energética en el Carmines (al ladito del hotel), y después de más y más compras, cenamos como ya es tradición en el día previo a la maratón en el Cipriani Dolci de Central Station. Y digo tradición porque también hace 4 años, cuando la corrí por primera y, hasta la fecha, única vez, también cenamos allí con mi buen amigo Stefano Pistilli que es nuestro partner en Italia y afamado maratoniano.

4 años después, 4 años más viejos y él las sigue corriendo todas (lleva 13 o 14 maratones seguidas). Ya sobrepasa los 50 pero sigue con la misma vitalidad (eso si con una novia más joven cada vez). Y a esta cena acudieron también un asesor de la empresa con su padre. Yo le había entendido que también correrían la maratón pero entre que oigo poco y era en italiano estaba seguro de haberme equivocado porque ese anciano que se quedaba dormido a los postres y su hijo con una barriga que seguro barata no la había salido, no les veía yo…Luego me confirmaron que si, y que incluso el padre, que se había hecho el Camino de Santiago de arriba abajo varias veces, esprintó al final sacándole 13 minutitos a su hijo (que no tenía mucho espíritu competitivo, todo ha de decirse..).

La verdad es que no es un restaurante que aconseje porque no comimos nada y se nos fue la cuenta a casi 90$ por barba (un poco de bresaola y una pasta bolognesa…). IMG-20141107-WA0010Así son las cosas con mi amigo, pues también nos llevó al famoso Peter Luger en Brooklyn (la meca del steakhouse, la mejor carne de NYC desde 1836…) y psss…que quieres que te diga? clavadón para una carne que, sin estar mal, las he probado mejores. Y la salsa de kétchup que te venden como la gran receta americana desde la Coca Cola…Eso si, 220$ por pareja (y al contado porque no aceptan tarjetas…). Bueno ahora a descansar que mañana es el gran día!

Un día como hoy en Boston

El 15 de abril del año pasado estábamos en Boston, disfrutando mucho del ambiente previo que hay en las maratones en EEUU. La ciudad entera se vuelca con la organización de la maratón,  hay que acudir a la feria donde se recogen los dorsales y allí te encuentras con  todo tipo de productos de merchandising  relacionados con el evento, es todo un espectáculo.

IMG_1060En cada esquina hay alguién que se acerca para preguntarte si corres, si necesitas ayuda, si pueden hacer algo por ti…muy diferente a las maratones en España (yo recuerdo un viernes llegando a Valencia que le pregunté al taxista por la que se iba a celebrar el domingo, me torció el morro y me respondió algo así como “que tocada de huevos…la de cortes de tráfico que va a haber el fin de semana…”);

Resulta que Boston es una ciudad muy simpática para visitar porque todo queda muy cerca y se puede hacer todo andando; es la ciudad más “histórica” de USA; como decían mis compañeras de taxi al llegar (2 bellas maratonianas texanas que miraban extasiadas todos los edificios del barrio industrial cercano al aeropuerto…) “guau, this is what I always expected from Boston…so many historic sites…”; claro está, el taxista, un serbio socarrón, las miraba con media sonrisa y les comentaba que eso era el almacén de Coca Cola en Massachusets.

Y es cierto que es la ciudad con más historia de EEUU, limitada en comparación con la vieja Europa pero estamos en el Nuevo Mundo; aquí cerca desembarcó el Mayflower y aquí, en pleno centro de Boston, se desarrollaron los hechos que dieron comienzo a la Independencia de EEUU de la corona británica; hechos como el famoso (y actualmente siniestro nombre) “Tea Party” en el que colonos disfrazados de indios atacaron un barco británico y tiraron toda la carga de té al río para protestar contra el impuesto que cargaba el maná del siglo XVIII, o la masacre de Boston que dio pie al asedio por parte de las tropas británicas de la ciudad (que en esa época era prácticamente una isla), pues bien, son estos hechos los que se celebran en el festivo “Patriots Day” que es el tercer lunes de abril y que es el día en que se celebra la decana de las maratones mundiales.

De las Big Five llevo ya las 3 en suelo americanos (NYC, Chicago y Boston) y me faltan Londres y París…aunque ahora todavía convaleciente de mi rotura de clavícula veo complicado poder entrenar en lo que va de año, pero no me puedo quejar porque , un día como hoy hace un año a las 14.49 (hora de EEUU) explotaron las dos bombas de fabricación caseras que los hermanos Tsarnaev colocaron junto a la línea de llegada de la Maratón de Boston y murieron 3 personas, quedando mutiladas  16 y  heridas casi 300.

Soy afortunado de haber estado lejos de la meta.

Sólo puedo decir que honremos a los supervivientes sobre todo los que a pesar de sus graves heridas  han sabido sobreponerse a las circunstancias y nuestro recuerdo y  apoyo a las víctimas y sus familiares.

Yo, en cuanto me recupere, a preparar la de Nueva york que, esta vez si, espero poder correr…y es que por una cosa u otra llevo 2 Nueva york sin poder correr!

Resulta que…llegamos a los 100 posts!

Este viaje fue previo a la maratón de Boston y lo tenía medio escrito pero los hermanitos chechenos me hicieron cambiarlo y tratar de convertirlo en una crítica a los fanatismos religiosos. Ahora vuelvo sobre lo que hice previo a llegar a Boston, entre otras cosas, y por mucho que algún socio descreído me critique por…ejem…, lo poco que trabajo, porque me he quedado sin temas de actualidad…así que, como los programas de la radio de agosto, utilizo posts en conserva…

Resulta que pensaba empezar este post contando los 3 días pasados en el DF; la cena con mis buenos amigos Jorge, Octavio y Rodrigo en el Novecento (el nuevo local de moda en Polanco); los nuevos contratos de Logisfashion México con La Martina, Do Rego, inhouse con Adolfo Domínguez y las maravillosas perspectivas que me tienen encandilado con México…

Resulta que luego pensaba contar el viaje a Miami con Yuri para visitar a Perry Ellis International (uno de los clientes más importantes que tenemos en México con marcas como Nike swimwear, Callaway, Ben Hogan…)

Resulta que pensaba contar la tarde en South Beach con cena en el Nikkis Beach Club y las copas (con intento de puro) con las que Yuri pretendió arruinar mi inminente maratón; y al día siguiente la visita a las instalaciones del cliente que pensaba iba a ser una pequeña oficina y resulta que es una empresa que factura ya más de mil millones de dólares…¿para que se necesita el inglés en Miami?…hasta de Falcao me hablaba el taxista colombiano que nos llevó del funcional hotel typical American donde nos alojamos a la sofisticada Ocean Drive en el corazón de Miami Beach, eso si, echando la culpa al equipo de su bajo rendimiento este año…

Y resulta que luego me deje caer por NYC pero eso os lo contaré más adelante en otro post…aunque no dejo de recomendaros 2 grandes restaurantes recomendados por Miguel (el japonés de bond Street en pleno SOHO, donde ya estuve con mi amiga Cristina y Lorenzo en 2010, previo a mi primera maratón (maravilloso el tartar de atún) y el Tai Jaiya…pero esto ya es harina de otro costal…Meatpacking district, the High line, el Soho…

Pero creo que es mejor contar que este Viajero de la Moda y la Logística tiene ya en su haber  100 posts y es algo que queremos celebrar con todos vosotros y con el gran Lu que seguro nos sigue leyendo y, de vez en cuando, nos hace soltar alguna lagrimita…

No te preocupes Lucho, que en breve hacemos las maletas y te traigo cosas nuevas…para que se te haga más llevadero el veranito.

viajero

El viajero, como no, en la Maratón de Boston

Llegamos a  Boston; el viernes por la tarde (Paula desde España y yo desde Miami); lo primero que hicimos, después de darnos cuenta del frío que hacía en Boston comparado con Miami…(5 grados y lloviendo…) fue ir a cenar al restaurante de moda en Boston, el coqueto japonés O ya; muy recomendable, comida japonesa con toques de diseño sofisticado, un poco rollo el Koi Shunka en BCN si lo conocéis…eso si, 100€ por barba no os lo quita nadie.

Y es me gusta mucho el ambiente previo a las maratones en EEUU. La ciudad se vuelca con la organización previa; acudir a la feria donde se recogen los dorsales y se pueden comprar todo tipo de productos de mercadotecnia relacionados con el evento es un espectáculo; es superior a sus fuerzas pararte en cada esquina para preguntarte si corres, si necesitas ayuda, si pueden hacer algo por ti…y que diferente a las maratones en España (yo recuerdo un viernes llegando a Valencia que le pregunté al taxista por la que se iba a celebrar el domingo, me torció el morro y me respondió algo así como “que tocada de huevos…la de cortes de tráfico que va a haber el fin de semana…”);

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¡que no!,

que he hecho las 3 importantes americanas y no tienen nada que ver…

 

 

 

De las Big Five llevo ya las 3 en suelo americanos (NYC, Chicago y Boston) y me faltan Londres y París…que este año vuelvo a NYC después de la anulación del año pasado por Sandy…

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Resulta que Boston es una ciudad muy simpática para visitar porque todo queda muy cerca y se puede hacer todo andando; es la ciudad más “histórica” de USA; como decían mis compañeras de taxi al llegar (2 bellas maratonianas texanas que miraban extasiadas todos los edificios del barrio industrial cercano al aeropuerto…) “guau, this is what I always expected from Bostonso many historic sites…”; claro está, el taxista, un serbio socarrón, las miraba con media sonrisa y les comentaba que eso era el almacén de Coca Cola en Massachusets.

Y es cierto que es la ciudad con más historia de EEUU, limitada en comparación con la vieja Europa pero estamos en el Nuevo Mundo; aquí cerca desembarcó el Mayflower y aquí, en pleno centro de Boston, se desarrollaron los hechos que dieron comienzo a la Independencia de EEUU de la corona británica; hechos como el famoso (y actualmente siniestro nombre) “Tea Party” en el que colonos disfrazados de indios atacaron un barco británico y tiraron toda la carga de té al río para protestar contra el impuesto que cargaba el maná del siglo XVIII, o la masacre de Boston que dio pie al asedio por parte de las tropas británicas de la ciudad (que en esa época era prácticamente una isla), pues bien, son estos hechos los que se celebran en el festivo “Patriots Day” que es el tercer lunes de abril y que es el día en que se celebra la decana de las maratones mundiales, que este año celebraba su 117 edición….

Además, al haber mucha inmigración italiana (está claro que los italianos cuando llegaban no se alejaban de la costa) está lleno de coquetas trattorias (zona de Hannover St en pleno Freedom trail) cosa muy buena para los maratonianos ávidos de carbohidratos.

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Y no os perdáis los restaurantes de Lobster (muy gracioso el “Barking lobster” do

nde comimos el sábado con un ambiente muy de picnic. Eso si, la langosta (o mejor dicho el boga

vante) sabe a lo que sabe…poquito…

y Quincy Market con sus puestos de comida preparada y sus bocadillos de langosta.

Resulta que no hay que contar mucho más, que todos sabemos lo que ocurrió, que, otra vez, el fanatismo religioso actuó de manera cobarde, canalla, miserable…

Lo cierto es que no me enteré, afortunadamente de nada; si bien fue mi peor maratón con diferencia (maratón durísima con un circuito en línea recta con constante toboganes y culminado por la temida “heartbreak hill” en el km 35).

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Llegué a meta a las 13:40 y las mochilas explotaron 1 hora después; como llegué muy perjudicado y hacia un viento frío complicado, una vez encontré a Paula (que fue la que más riesgo corrió al encontrarse entre el público), tomamos un taxi sobre las 14.30 y llegamos al hotel poco antes de que explotaran las bombas…

Ya en el hotel tenía muchos mensajes de amigos preguntándome que tal la maratón…esto, que mola cuando te sale bien, es un infierno cuando te has hundido en la media maratón, como me pasó a mi, y te has arrastrado durante veintipico kms…pero los contesté puntualmente…ya en la bañera después de ponerme hielo en mis maltrechos tobillos (las bombas explotaron a las 14:50 que dio para entrar en todos los TD en España) empezamos a recibir mensajes desde España al respecto…al principio pensábamos que era una broma porque acabábamos de dejar la zona pero viendo la tele vimos que no…que  desafortunadamente no lo era…y es triste porque yo acababa de pasar por allí y os puedo asegurar que esa zona, ya muy cerca de la meta, estaba plagada de familias con niños esperando a sus familiares…y era una fiesta (cerca de 500.000 personas se vuelcan en el recorrido animando, ofreciéndote bebidas, plátanos, naranjas, palitos con azúcar, cerveza). Era una fiesta hasta que la intransigencia, el fanatismo, la locura, el mal (evil como dicen los americanos) decidió que la fiesta se debía de acabar…

A mi me cuesta entender como puede tener estructurada la cabeza un personaje así aunque al final siempre es lo mismo…desde pequeño les llenan la cabeza con grandes ideas y se las creen…y al final todos los fanatismos llevan a lo mismo y se suelen nutrir de los mismo; nacionalismo, xenofobia y religión…por favor, aprendamos de esto!