Por motivos familiares, mis vacaciones están muy definidas y no admiten demasiada variación: una semanita en el sur con mi padre (Cádiz) y una semanita en el norte (Cantabria) con el padre de Paula; muy familiar todo y acordadas “sine die” por los tiempos de los tiempos.
En este post me voy a centrar en el sur; playita rica, calorcito, golf y mucho “dolce far niente”…también pescados a tutiplén. Y es que ir a la costa gaditana pegada al estrecho es sinónimo de tener acceso a un tipo de pescado (el de la atunara) que se encuentra en pocos lugares.
Primero he de decir que mi padre no es de ir a comprar; eso no admite discusión, y menos aún de mucho cocinar (le das huevos para hacerse una tortilla y te los tira a la sartén sin cascar…) pero lo de ir al mercado de la Línea le gusta, y mucho…
Para acompañarle te ensarta su equipo (caja de plástico enorme para traer las piezas de pescado y carrito de la compra para la fruta(, te obliga a madrugar (de todas maneras el concepto de madrugar en mi familia no son las 6 de la mañana….ni las 7, ni las 8…) porque si no te quedas sin pescado (hay reglas claras; no ir los lunes porque los barcos no faenan en fin de semana, llegar prontito…antes de las 10 que esto tampoco es Japón…).
Y yo creo que le gusta, o eso dice siempre que nos adentramos en la Línea de la Concepción, por lo feo que es, porque le recuerda a Africa; y caray si lo es; es que la Línea es feo, feo…pero con encanto y vistas al Peñón (que mola).
Entras en el mercado municipal rodeado de bazares chinos que le dan un toque todavía más “blade runner” al sitio y, para empezar, ves que hay pocos puestos abiertos (o mejor dicho, muchos cerrados). Eso si, los de pescados que están abiertos (mi padre siempre es fiel a su pescadero favorito de nombre Juan, poquitos dientes, verborrea gaditana y de creencias evangélicas) exponen unos bichos que se te cae el alma a los pies sólo de verlos: urtas, pargos, lubinas, doradas, sampedros…todos sanotes, fresquísimos y de unos tamaños descomunales (hasta 6 kilos pesaba uno de los animalitos). Bueno, el concepto pesaba es relativo porque, aunque te lo pesa delante, yo no me aclaraba mucho con la báscula (hemos de pensar que sus creencias religiosas le impiden engañarte). Lo que si que es alucinante es el precio; a 18€/kilo el pescado de atunara; da igual el que sea, todos valen lo mismo porque todos los cogen a la vez…
Y yo, que compro mucho pescado en la Costa Brava (asiduo comprador de la impresionante peixateria Coll de L’Escala) os digo que es un precio buenísimo para el pescado que es, que por ese precio en la Coll te dan el de piscifactoría de ración…
Una vez cerrado el trato (básicamente Juan nos intenta colocar todo lo que puede y mi padre siempre busca excusas para llevar menos de lo que el ducho pecadero le trata de colocar); le dejamos preparando las piezas según el sistema de preparación elegido (a la sal, al horno, frito…) y nos trasladamos al puesto de Mateo el frutero. Esto si que es un espectáculo digno de grabar. Lógicamente mi padre tiene trato preferente y Mateo le cuela prestándole toda la atención que merece. A la vez que empieza a llenar el carro de la compra que pronto nos damos cuenta será pequeño de cerezas, kiwis, tomates, brevas, uvas, cebolla, sandía, calabaza, pimientos, cerezas (saca otra caja, no la expuesta y nos hace ver que son las de calidad suprema…lo cual nos encanta, especialmente a mi padre que me lo repite al oído…), patatas, plátanos, aguacates, paraguayas…, va atendiendo a las señoras que se acercan al puesto para compras ridículas comparadas con la nuestra. No está claro como Mateo calcula lo que cobra a unos y otros aunque algún sistema complicadísimo de entender para el profano debe de utilizar. Se apoya en 2 ayudantes que deambulan por los alrededores del puesto sin atreverse a acercarse demasiado para no importunar a mi padre que, cada vez más claramente, es el cliente estrella del puesto.
• Y como te va a cobrar si ni pesa, ni apunta?
• Hijo, este siempre cobra 28€, lleves lo que lleves
Al final fueron 30 (debió pensar que, esta vez estando yo habríamos llevado más cosas) y la verdad es que llevábamos muchos, muchos kilos…
Le pedí si no le importaba que hiciera una foto; “claro pisha, déjame que me peine, mientras no sea pal obituario las que quieras”
Como dice el rótulo “Verduras de los huertos del Zabal, Hermanos Mateos y Na mas”; genio y figura…
Querido , me ha encantado. Tu sigue, sigue y sigue. Te leemos y te animamos.
Besos
Me ha gustado mucho esta crónica de corte costumbrista. Abz