“¿Pero qué hace este tipo?” pregunté asustado a los todavía más preocupados Iris y Yuri que se protegían acurrucaditos en el asiento de atrás del taxi mientras del maletero salían sonidos indescifrables…
“Nos va a matar!” se atrevió Iris con un pequeño hilo de voz; “….por eso nos ha traído aquí utilizando claves con sus compinches” y efectivamente, estábamos en medio de la tormenta más tormentosa que podáis imaginar, en una calle sin salida aparente y desierta, ante una verja que daba entender que el camino acababa ahí…por lo menos para nosotros.
A todo esto el coche se empieza a mover solo en dirección a la valla:; “páralo!” me grita Yuri desde el asiento de atrás; “¿cómo? Si no hay freno” respondo buscando entre la maraña que era el asiento de delante del taxi…
Este personaje que nos había llevado a esta delicada situación con la excusa de evitar el tráfico de Guadalajara y así poder agarrar el vuelo de vuelta al DF, llevaba tiempo explicándonos que era tanto objeto sexual de las mujeres que acuden en masa (parece ser) en Guadalajara a los “teibols” para damas viciosas, como que tenía vistas almas a doquier en la carretera (siempre cerca de hospitales, nunca de cementerios donde llega ya sólo el cuerpito).
Admirablemente, por eso es una gran comercial y vende lo que vende en Logis México, Iris había sido no sólo capaz de seguirle el rollo, sino hasta dejar que le librara de la energía negativa con un movimiento enérgico de brazo que me recordó a Carlos Jesús en sus mejores momentos (chachipilongui y todo eso..).
Yo, ya hacia tiempo que había desconectado y sólo pensaba en si nos cambiarían los billetes pues agarrar el avión de las 9 de la noche me parecía una entelequia; Yuri había desistido mucho antes y dormitaba en el asiento de atrás….
“Nos va a cortar la cabeza!” gritó Iris cuando le vimos aparecer bajo la tormenta con una especie de alicates gigantes. Desempañé el cristal lo que pude y vi que no se dirigía hacia nosotros sino hacia la verja que nos separaba de la carretera que, esta si, parecía transitada.
“Está intentando romper el candado!” grité impresionado; “joder, que lo ha roto” a la vez que pegaba una patada a la valla que se abrió con estruendo. Nuevamente unos instantes de meneo en el maletero. Después, la entrada triunfal del personaje, todo mojado por la mezcla de sudor y lluvia, con la calva chorreante y una mirada perdida. Unos minutos de silencio escuchando su respiración jadeante y exclamó “ahora si llegaremos a tiempo, esta verja ya no nos jode más…; en 15 minutos en el aeropuerto”
“Si son 20 ya nos vale” grité aterrado cuando empezó a hacer eses a 140 km/h adelantando a diestro y siniestro….”que lo importante es llegar” todavía más aferrado el asiento. “No te preocupes, yo se que no ha llegado mi hora”… “¿y eso?” ….”porque ya he estado 4 veces en coma y aquí me ves”…«joder que tranquilo me has dejado” ya sólo yo era capaz de mantener la conversación…preferí no mirar atrás.
Y llegamos a tiempo, según Jorge, que así se llamaba el taxista, demasiado lentos pero es que nos vió un poco apurados, y agarramos el avión…y todavía Iris (muy profesional) quiso negociarle algo el «precio»…. «dale lo que sea y que no nos eche una maldición….y con una buena propina”. “Tomad mi tarjeta para cuando volváis” fue lo último que le escuché ya muy lejos y buscando un baño desesperadamente para echarme agua en la cara….
Y mira que el viaje había empezado bien; con una gran comida en mi restaurante preferido de Guadalajara, el Santo Coyote donde te preparan comida criolla y las salsas in situ como se hacía tradicionalmente, sobre un recipiente de piedra volcánica llamado molcajete. Imprescindible el filete Pedro Armendáriz bañado en una salsa de tequila y hongos. Como no, estando en Jalisco, la comida se ha de acompañar de ricos tequilas (nunca uno solo).
Así que, un poco cocidos, tomamos el taxi que nos habría de llevar a nuestra cita en Guadalajara.
Y, conducidos por Jorge Castrejo, que no Castrejón como le llamó Iris porque, como bien dijo: “no es lo mismo cojo, que cojón…” nos dirigimos a visitar al cliente que ha de ser nuestra cabeza de playa en Guadalajara.
Se trata de la empresa Ruvel que fabrican bolsos y maletas (entre otros tienen la licencia de Agatha Ruiz de la Prada…(sic)) y parece muy bien encaminado. Empezaremos ya con un proyecto de asesoría para ver si podemos tomar la operativa de su almacén…y habremos de volver en breve a Guadalajara…¿llamaremos a Castrejo?
Tarantino deberia preocuparse al igual que los hermanos coen.
Primo lo tuyo no son las «Perchas» es el cine….