Aterrizar en el aeropuerto de Venecia es comparable al aterrizaje en pocas ciudades. Se puede apreciar perfectamente, y a cámara lenta, una visión de la ciudad difícil de imaginar si te encuentras dentro de la misma. Hong Kong y Singapur tienen aterrizajes similares que te permiten una foto única, Barcelona es un espectáculo; sin embargo, las hay, y muchas, donde se aterriza sin ver más que polígonos industriales y vastas porciones de terreno baldío (un buen ejemplo es Madrid).
Pues bien, si el aterrizaje y la ciudad son una pasada, cada vez que voy a Italia me da más la sensación que el país se cae a trozos. Y es que, la llegada con esos aeropuertos que, en España, para bien o para mal, hace tiempo que dejamos atrás, me genera siempre cierta desazón o cuando menos cierto consuelo de pensar que los italianos están tan arruinados como nosotros y, además, con unas infraestructuras que dan pena….vaya que directamente se lo han robado todo….nuestros Bárcenas de turno “casi” todo pero tuvieron que utilizar las grandes obras como excusa para que se enriquecieran los amigachos…pobre consuelo.
Y no paramos en Venecia, sino que seguimos en un coqueto cinquecento (por el que pagamos la módica cifra de 225€ por 2 días de alquiler!!! Cómo se aprovechan en Europa con la tontería de recoger en un aeropuerto y entregar en otros!!!); en fin, que seguimos directos a Geox donde llegamos cual corderito al matadero. Ya sabíamos que cambian de estrategia en cuanto a su producción en China y que esto nos afectaría para mal; se nos cierra la puerta del control de calidad de ropa en plataforma pero se nos abre la puerta de hacer controles de calidad de calzado en fábrica…al final no fue tan mal!
Acabada la reunión directos para Como ya que al día siguiente nos reuníamos con un posible partner en China. En teoría la reunión era cerca de Como por lo que decidimos dormir en un hotelito muy cerca del centro. En pleno centro, detrás de la catedral y a 2 pasos del lago, nos pegamos Alvaro y yo un buen homenaje en el restaurante Teatro y después bajamos la comida acercándonos al lago. La temperatura era muy suave para ser febrero y durante el reconocimiento visual me fui convenciendo de echarme una carrerita temprano al día siguiente. Ya había estado en el lago un par de años antes y recordaba que el camino hasta Cernobbio (cerca de donde Clooney tiene su mansión) estaba rodeado de hermosas villas renacentistas. Con lo que no contaba era con la tromba de agua que caía cuando abrí el ojo pero…ahí estaba a las 7 bien abrigado corriendo por el “centro storico”. Acabé empapado y con un dolor que se me reprodujo en la cadera y que me tiene bastante fastidiado. De todas maneras, la experiencia fue memorable.
Y no acaba aquí el tema; resulta que ese día jugaba el Atleti partido de Champions en San Siro contra el Milan…qué casualidad!!; así que, ni cortos ni perezosos, allí nos presentamos, en la Piazza del Duomo donde habíamos quedado con Gonzalo y sus amigo polacos (personajillos como él, no se me ocurre otra manera de definir a esos pseudoseguidores atléticos con pinta muy lamentable y que jamás he entendido que hacen). Y qué difícil es encontrar un bar en condiciones para tomarte tus copitas prepartido en Milán! Al final acabamos en un bar-tabaccaio que ni mucho menos cumplía con lo esperado….y diluviaba, joder que si diluviaba!! Fueron muchos signos, hasta el punto que Alvaro se nos cambió de colores rojiblancos por unas horas…
San siro impresiona, no voy a decir lo contrario, porque es grande pero se ve viejo, muy viejo; ya no se hacen campos así, tan incómodos para llegar al gallinero donde nos metieron y para salir, hasta 2 horas después del partido seguíamos parados en el atasco intentando abandonar las inmediaciones del campo. Algo me recordaba al Bernabéu. Eso si, 0-1 con golito de Diego Costa!