Prometía el primer sábado en Bogotá previo al comité que celebraríamos durante todo el domingo non stop. Fede, nuestro nuevo director en Colombia; profesional de amplia reputación y anfitrión de primera, nos había preparado una visita a las minas de sal de Zipaquirá.
Dentro de las minas los mineros primero, de una manera artesana y luego ya con un matiz más comercial, fueron construyendo galerías en la sal que representan naves de una catedral o mejor dicho estaciones de la pasión de Cristo. No deja de ser una «catedral de sal», como bien la definió María Isabel, pero impresiona la magnitud de la nave central y ¡Cómo no! las paredes brillantes de sal.
Cuesta entender en la actualidad lo preciado que fue la sal en otro tiempo, hasta el punto de excavar la montaña como lo hacían para conseguir el preciado bien:
¿Alguien sabía que la palabra salario viene de la cantidad de sal diaria necesaria?
Bonito el pequeño pueblo de Zipaquirá, esplendoroso en otra época y que aún conserva la pequeña plaza colonial que le da cierto encanto. Encanto el que buscaríamos más tarde con la visita a uno de mis restaurantes favoritos: el Andrés Carne de Res de Chía.
Favorito fundamentalmente por lo diferente que es. Ya hace casi 10 años de mi primera visita a Bogotá y al Andrés (de hecho aterricé y fue el primer sitio donde me llevó Carlitos; yo no podía entender ir a un restaurante a las 5 de la tarde) y después de 5 o 6 visitas me sigue sorprendiendo y divirtiendo igual. Especialmente me gusta ver la cara de sorpresa de los “nouvinguts”. Todo es raro en este restaurante, todo está pensado para que sea bizarro. Y además se come bien y se “parrandea” mejor.
Si vais no dejéis de pedir la empanada de choclo (maíz), el patacón y, como no, el lomo al trapo. Delicadísimo. Todo en ese ambiente de jolgorio promovido por unos camareros (me dicen que es un punto muy positivo en el currículum de una persona haber trabajado de camarero en el Andrés pues sólo cogen estudiantes que trabajan para pagarse la carrera) que disfrutan con su trabajo.
Con una botella de ron “Herencia” hicimos la tarde entre algún baile que otro echamos la tarde y hasta se nos vino la noche encima (ya había en la mesa algo más que la botella). Cada vez quedaba más claro que en América el tema del baile viene de serie y que en España (Europa en general) el tema va por otro lado. Había que ver a Yuri bailar, incluso a Carlos con sus 2 metros 10cm 😀 y vernos a nosotros 😁… ¡sólo Juanito salvaba el tipo 😉!
¡Retirémonos a tiempo que mañana hay comité y tenemos trabajo por delante!