Pues sí, este es el año de la expansión de Logisfashion. No sólo vamos a crecer en España por encima del 40% y otro tanto en México, sino que acabamos de empezar en Colombia , en Panamá (como os conté hace poco) y en Miami donde estamos operando vía un partner desde comienzos de año. Veo claro que el desarrollo de Logisfashion en el futuro pasa por una expansión importante en EEUU que va a vivir unos años de intenso crecimiento y de desembarco masivo de marcas europeas. El que hasta la fecha era un mercado vetado (o cuando menos difícil) para éstas, se está convirtiendo en objeto de deseo y esto lo demuestra los planes de expansión que allí tienen empresas como Inditex, H&M, Primark o Bestseller…y allí quiere y tiene que estar Logisfashion. Por otro lado también nos interesan las marcas americanas, con muchas de las cuales trabajamos en otros países pero que no tenemos el acceso para ofrecerles nuestro servicio global…ya sabéis aquello de ¡one stop to shop….desde Asia a todo el mundo!
Es cierto que hay marcas como Express, Bath & Body Works, Loft o Chaps por poner ejemplo de clientes en México que son auténticas desconocidas fuera de EEUU pero que son verdaderos monstruos y a las que tenemos que poder acceder….plan ambicioso, como debe de ser…
Así que, en medio de la vorágine de negociaciones con nuestro socio en Miami para ver de qué manera encaramos conjuntamente el crecimiento (hay feeling y eso es lo más importante, al final lo que necesitamos es, sobre todo, equipos y líderes que nos permitan crecer y a este socio le veo como Logis hace 10 años…pequeño pero con muchas ganas de hacer cosas), me dejé caer por Miami con objeto de conocer un poco la zona. Había estado un par de veces pero casi no había tenido tiempo de ver nada más que Miami beach y el recorrido en barco por la bahía y las casas de los famosos.
En fin que me llevé a Paula (siempre es glamuroso el viaje a Miami), nos alquilamos un Mustang descapotable (nos quitaron en el último momento el amarillo chillón por lo que optamos por un rojo carmín) y nada más aterrizar nos encaminamos hacia Cayo Hueso o Key West (no es fácil entender el porqué de la traducción).
Esto merece un aparte; obviamente Florida es un destino turístico de primera en EEUU y el aeropuerto es un hormiguero de viajeros, muchos de los cuales alquilan coche y que buenos son los americanos para simplificar los trámites que en otros sitios tanto se complican y hacer los procesos eficientes. Y lo digo por el sistema para alquilar el coche. Accedes a un megaparking donde están todas las compañías (que son muchas) y desde que llegas al mostrador donde has reservado entras en un proceso rollo Disneyworld donde todo es sencillo, desde hacer un upgrade de coche (si te place), hasta elegir tú mismo el coche en el parking (dentro del grupo que has elegido y pagado) y posteriormente salir por unas casetas donde vinculan el contrato con el coche y fuera. La entrega ¾ de lo mismo…para tontos pero, eso sí, tontos pragmáticos. Chapeau!
Con Waze, que lo clava, nada más salir del parking, a eso de las 6 de la tarde que eran las 12 de la noche para nosotros, me marcó que estábamos a 300 kms de nuestro destino, el hotel Marquesa de Key West…ufff…a ojo de buen cubero pensaba que no más de 100 kilómetros o una horita…y como la autopista que cruza los cayos (que realmente son islotes) no permite correr mucho, me marcaba que no llegaríamos hasta las 10 de la noche…
Entre eso, el tráfico de salida y que la llamada autopista de los caimanes acaba siendo un poco sosa, fui poco a poco desesperándome y pisando nuestro “convertible” por encima de lo reglamentario. Parece que, además, cuando anochece la ruta se llena de cocodrilos cruzando (los everglades están pegados) lo cual debía de hacer aún más emocionante el trayecto. Cayo Largo, Marathon, la isla de los ciervos (curiosamente plagada de ciervos, no sé bien por qué…). Fuimos avanzando mientras anochecía y el conductor se desesperaba por el cansancio, el hambre, la certidumbre de que no llegaríamos a tiempo de cenar…hasta que cruzamos el famoso puente de las 7 millas y lo que era un coche aparcado a nuestra izquierda se convirtió en un parque de atracciones y comenzó nuestra persecución.
“Mierda…nos han pillado con el carrito del helado”
A partir de aquí, todo muy americano. Aparcamos en el arcén mientras el coche de policía camuflado para detrás nuestro con toda la parafernalia. Policía tipo armario rubio con linterna en la mano izquierda y mano en la culata de la pistola, luz que me ciega mientras yo, por prudencia, pongo ambas manos en el volante, preguntas de rigor sobre el motivo de la alta velocidad (75 millas por hora cuando el tope era 55); “I didn’t realize”; papeles y pasaporte y policía que se vuelve a su coche donde se parapeta durante un buen tiempo.
Cuando ya estaba convencido de que dormiría entre rejas porque superar por 20 millas el limite…, en eso que vuelve el agente del orden y me entrega la documentación, a la vez que me entrega la denuncia y el procedimiento para efectuar la reclamación pertinente o, en caso de estar de acuerdo, proceder al pago de la misma. Me pareció excesivamente complicado para ser EEUU, tenía que llamar a un teléfono para que me dijeran la cantidad y luego mandar el dinero por correo. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que no lo iba a hacer bajo ningún concepto así que dije que si a todo (me insistió, imagino que por procedimiento interno, en si tenía alguna duda y, aunque las tenía todas, le dije que no). Finalmente pudimos continuar nuestro trayecto ya de noche cerrada. Espero no saber más del asunto…
Ay…y ahí me acordé de lo fácil que se cierran estos temas en México, cuando los policías tienen su propio código interno y se “olvidan” el libro de multas cuando salen a poner multas…