Continuando con el último post de Cádiz y sus pescados, no quiero dejar pasar la experiencia de visitar el restaurante Aponiente en el Puerto de Santa María. Allí me dejé caer acompañado de 3 bellas damiselas (todo muy casto, eso si!) una tarde de viernes de agosto. Como está bastante de moda, su chef Angel León es una de las rutilantes estrellas televisivas en el universo de los realities televisivos (junto con el omnipresente Chicote que, por cierto, me parece bastante gracioso), hay que reservar con bastante antelación.
Y tiene mérito lo de este hombre que, hace no mucho, consiguió la estrella Michelin, porque no es fácil montar un restaurante de este calado en pleno centro portuense (es verdad que en una calle tranquila aislada del bullicio veraniego) y con un producto base compuesto de “descartes”. Por este término se refiere a los pescados que nunca han estado valorados o, mejor dicho, que han sido por siempre despreciados. Pescados baratos y productos del mar poco utilizados (plancton, algas…) con los que juega creando composiciones divertidas o, cuando menos, curiosas.
El menú degustación, “Antojos de un marinero en tierra” (homenaje al gran poeta portuense) y el más comedido “Acercamientos al mar…” , te recibe con sus famosos embutidos del mar servido en papel de estraza. Diferentes chacinas (salchichón, butifarra, chorizo…) hechas a base de pescado (creo recordar que lisa) que, al menos, en textura y presencia dan el pego. Posteriormente el menú se presenta en 3 partes o lances (guiño marinero) que se pueden maridar con vinos de la tierra (impresionantes las manzanillas).
Empiezas por las tapas donde destacan los ravioles hechos con chocos finamente cortados sobre papas, el queso marino que parece burrata, sardinas asadas sobre huesos de aceituna y panceta que en realidad es pulpo…
El segundo lance ya es un derroche total de imaginación (también la manzanilla te va poniendo más a tono); unos 10 platos difíciles de describir; recuerdo composiciones estrambóticas con placton (si, esos elementos micróscopicos que son la base de la vida marina…y lo que comen las ballenas…); el “ostra parece pero placton es” o el risotto (que no lleva arroz sino placton) acompañado de chirlas y pepinos de mar o el surimi hecho con tomaso (pez local), remolacha para dar el color naranja y acompañado de helado de pepino (espectacular).
En cuanto a los postres he de decir que no me parecieron tan espectaculares como lo que antecedió. Seguramente estais flipando y no se si he sido capaz de transmitiros lo “especial” del lugar, que no es sólo por la originalidad de los platos (que también) sino por la experiencia, el paquete de sensaciones que diría alguno. En fin, de verdad, muy recomendable, lo malo es volver luego conduciendo a casa…