Pasa que de vez en cuando ocurren accidentes que sólo pasan si se dan una serie de situaciones muy poco probables y todas a la vez; lo que llamamos “la tormenta perfecta”.
Pues bien, desde su génesis (en mitad de mis vacaciones agosteñas) hasta su desenlace, mi último viaje a México fue, cuando menos, intenso…. Estaba tranquilamente disfrutando de la playita gaditana sin más quehacer que decidir en que posición me echaría la siesta, cuando recibí una llamada de Yuri (nuestro capo en México) indicándome la confirmación de una visita del “vicepresident” de logística a nivel mundial de Polo Ralph Lauren para mediados de agosto…que estaban muy contentos con nosotros y querían conocernos ….que a ver si podía adelantar mi viaje previsto para septiembre y apoyarle en la visita porque les gustaría que estuviera yo. “¿tu lo crees necesario, Yuri?, tu te puedes desenvolver perfectamente solo” le contesté precipitadamente mientras mi somnoliento cerebro pensaba en alguna excusa más digna; que si el coste de cambiar el billete, que si tenía… “Creo que es importante” respondió secamente zanjando la discusión. “ok, me organizo” me rendí asumiendo que mis vacaciones de este año nuevamente se verían cortadas en pleno agosto (el año pasado tuve que irme a China de urgencia aunque por razones más desagradables que este); “allí estaré” dije muy digno pretendiendo dar una sensación de seguridad y control de la situación.
Ponte a llamar a Iberia, a pelearte con todos, que si esa tarifa no admite cambios, que si la única opción cuadriplica el precio que te parece razonable, que si la salida es desde Madrid en lugar de desde Barcelona se anula el billete…hasta que al final conseguí algo razonable para salir el 20 de agosto destino a México. Mira que he ido mucho a México pero nunca en agosto y me sorprendió el frío gélido con el que me recibió de madrugada la Ciudad de México. Viniendo del agosto español no había previsto este contratiempo. Como siempre me pasa cuando llego en el avión que aterriza a las 5.30 de la mañana, la recepción en mi querido hotel fue una lucha para que me dieran la habitación sin hacerme pagar la noche anterior. Y no es por lo que cuesta pero es que me “toca las narices” pagar una noche cuando llego a las 7, me voy al gim un rato, me pego una ducha y me voy a Logis. Como suele ocurrir cuando das explicaciones desde tu punto de vista razonables y recibes a cambio la tradicional sonrisa mexicana (que si estamos a plena ocupación, que es la única manera de garantizarme que no habré de esperar…), me di cuenta de que no había nada que hacer y me rendí, asumiendo el pago de la noche no dormida.
Subí al cuarto (que ni upgrade me hicieron…que descaro!) y me tumbé en la cama. No estaba borracho pero todo se empezó a mover…»Coño, un temblor.. y de los fuertes….empezamos bien”; al final 6,1 en la escala de Richter, el mayor de los que he vivido en México e impresiona, caray si impresiona…
Finalmente la visita del cliente fue fenomenal, la presentación todo un éxito y los 5 gringos que vinieron, por cierto, en una camioneta Suburban tipo GI Joe que acojonaba (básicamente es la que utilizan los narcos e imagino serían normas de la compañía para visitas a México de altos directivos, cuando lo que marca el sentido común es todo lo contrario: low profile…). Se llevaron una magnífica impresión y quedó abierta la puerta para poder hacer muchas cosas con ellos (cruzo los dedos). La verdad es que las cosas en México van como un tiro y, a pesar de que parece que hay algunos signos de enfriamiento de la economía y el peso se ha debilitado mucho en los últimos meses, nuestras perspectivas son muy favorables fruto de la buena labor del equipo encabezado por el gran Yuri.
En cuanto a restaurantes, si bien el viaje fue breve (sólo 2 noches) si que me dejé caer por sitios interesantes. Estoy saliendo de mi hábitat natural de Polanco y, cada vez más, conociendo la Roma que tiene un aire mucho más bohemio y canalla. Gastrorestaurantes ecológicos con producto de cercanía y rollo “slow food” como bistrot Máximo (imprescindible probar los «mezcales» que veo se van convirtiendo en la bebida in) o Alexander, rollo francés como el Mexí Bocú y más festivos como el muy curiosísimo Broka (lugar de celebraciones bohemio por excelencia aunque, eso si, un poco demasiado muchachada…). De copas con varios ambientes (también mezcalería) el Romita y, no fui pero me hablaron, el Santa Diabla aunque, eso si, lo máximo para tomar la última el Bengala con el inefable Walter a los mandos y su ejército de admiradoras-cougars…
No iban a acabar aquí las vicisitudes del viaje, que ya de por si estaba resultando movidito con tantas reuniones, comidas, cenas con copitas y desayunos de trabajo a las 8am. El día de mi partida, y antes de una nueva comida tumultuosa con clientes, me comentan que una manifestación del poderoso sindicato de maestros (ya os conté alguna vez quien era y que poder tenía la ahora encarcelada antigua Presidenta del Sindicato (Elba Esther Gordillo)) había cortado el acceso al eropuerto. Ni cortos ni perezosos, después de haber estado toda la semana empreñando por el DF con acampadas en el Zócalo, cierre del Senado, etc y con el consiguiente caos circulatorio, se les ocurre cerrar el acceso al aeropuerto el día en que yo me tengo que volver…manda huevos!
Directo del restaurante de mi última comida con un buen cliente, y lo más pronto que pude, me fui al aeropuerto con Salvador a los mandos de nuestra flamante y nueva camioneta. Utilizando atajos y caminos que jamás recordaría y entre una densa lluvia, nos fuimos acercando al aeropuerto hasta que llegó un momento en que la propia policía cortaba el acceso. Como vi que la gente se bajaba de los coches y sin tener muy claro cómo proceder, hice lo mismo y despedí a Salvador como quien va directo al matadero (a todo esto la lluvia era ya un diluvio). Con mi maleta, bolsas de regalos múltiples, maletín con portatil…me adentré entre la maraña de policías dispuesto a lo que fuera para no perder el vuelo. Y como quiera que la gente se acercaba a los furgones policiales, eso hice hasta que me vi, con todo mi equipaje, instalado donde, imagino, generalmente llevan a los presos. Cruzamos la barrera de manifestantes que nos miraban desafiantes resguardados por feroces antidisturbios que, a veces, en México son mas peligrosos que los manifestantes. Y así llegué a la terminal de salidas internacional del aeropuerto.
Claro está, una vez allí, me dieron la noticia de que el avión saldría con 4 horas de retraso por los problemas en el acceso.
“Coño, yo estoy aquí y he tenido que buscarme la vida!” espeté a la del checking“Ya, pero….” Y ya sabía yo lo que pasaba, los señoritos de la tripulación que tienen su hotel en el Centro (el mejor) y que cuando pasa algo tipo lluvias torrenciales, manifestaciones…que generan el caos circulatorio, nadie tiene las narices de decirle que hay que recogerles 3 horas antes como hace todo hijo de vecino…no pasa nada, que espere el avión….con un par!!! Al retraso le sumas que pierdes la conexión…que ya no hay vuelos en Madrid y a Barcelona llegué a las 11 de la noche del sábado…con 5 horitas de retraso…pero que no se me estrese la tripulación…que para eso ya estoy yo….
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