La llegada a Hong Kong fue un poco rara, después de la noche en Dhaka ciertamente surrealista con la cena bañada en Johnny Walker (reitero lo dicho no puedo entender como mi vecino de mesa se pimpló 5 whiskies uno tras otra durante la cena y se levantó como si hubiera bebido agua) y el vuelo a las 2 de la mañana que recuerdo entre brumas. Al ser sólo un vuelo de 4 horas, la llegada a Hong Kong fue extraña, con la boca pastosa y la cabeza embotada pasamos del Asia profunda bengalí a la Asia hiperdesarrollada de la ex-colonia británica. Y todo este proceso lo decidimos saborear desayunando en un restaurante muy cuco que hay en la zona de llegadas donde José María me volvió a demostrar que tiene un estómago a prueba de bombas.
Tras echar una cabezadita en el maravilloso Airport Express llegamos sobre las 10 al Lanson Place Hotel en Causeway Bay. Hotel, dicho sea de paso, reservado a través de una web (app) de la que recibo desde hace años y puntualmente emails todos los lunes con ofertas que no había prestado atención y a la que ahora me estoy aficionando para conseguir buenas ofertas en hoteles boutiques en capitales de todo el mundo. Todo fue bien –el hotel estaba espectacular para los 120€ que había costado la habitación en un sitio tan caro como HKG– hasta que la amble recepcionista nos comunicó que no estaría lista la habitación hasta las 13 horas 😲 😲…era domingo y el hotel estaba a tope y los check outs se retrasaban y blablablá. Qué bajón, con las ganas que traíamos de meternos en la cama y echarnos una siestecita. Pues nos la echamos en unos sofás muy cómodos sitos en el salón del hotel, hasta el punto de dar pena (y mala imagen para el resto de huéspedes) que a las 11 ya nos habían dado las habitaciones y pudimos echarnos esa siesta que antes se llamaba del cura (la de antes de comer).
Con otro cuerpo, me enteré de que el famoso por sus » Xiao Long Bao» (dumplings), el restaurante Din Tai Fung estaba a la vuelta de la esquina. Dicen que es el restaurante con estrella Michelin más barato y probablemente el más cutre al que he ido, pero los dumplings de cerdo con trufa son espectaculares.
Como hubo que echarse otra siesta no dio para mucho más el domingo. Bueno para la enésima discusión ¡qué manía en Hong Kong con seguir la premier y no interesarse por la Liga ni aunque se jueguen el campeonato! con un Sports bar donde me habían asegurado que si cenábamos me pondrían el fútbol. No pudo ser allí y tuvimos que buscar otro bar para ver perder al Atleti en Levante y echar por tierra todas las opciones de conseguir el campeonato. Eso sí con una maravillosa pinta de Mahou de barril… ¡Qué nivel!
El lunes, tras un intenso día de trabajo y visitas a almacenes con la humedad sofocante del trópico (me niego a contar la historia del francés, insultantemente bello, que nos enseñó uno de los almacenes y mientras se gustaba explicándonos esto y aquello se le cagó una gaviota encima de la chaqueta Armani 😝😝) cruzamos la frontera hacia Shenzhen. Y si, volví a mi hotel preferido, el que tanto me gusta de la parafernalia española con toros por todas partes, botones con sombrero cordobés, recepcionistas en traje de lunares y un galeón español en medio de la piscina y lo más gracioso, el restaurante chino del hotel que se llama “El Chino”…por lo menos a mí me parece muy gracioso. No me detengo en más detalles del Intercontinental de Shenzhen porque le he dedicado varios posts. Eso sí, teníamos el cuerpo rumbero Jose María y yo y lo que iba a ser una visita al Cocopark (zona de bares y restaurantes) se convirtió en una salida en toda regla. Y eso que era lunes y que al día siguiente nos esperaba una jornada intensa. Es lo que tiene la juventud…
El martes visitamos a uno de nuestros partners en el puerto de Yantian que es el más importante de Shenzhen y uno de los más importantes del mundo (aunque sólo en Shenzhen hay 4 o 5 puertos más grandes que el de Barcelona). Llegamos a mala hora (la una de la tarde) a conocer al Presidente de la compañía (en China normalmente las empresas siempre pertenecen a grandes corporaciones de negocios muy diversos que suelen generarse cuando se privatizan empresas estatales….son privadas pero no del todo o estatales pero con parte privada, quien sabe…). A la hora de la comida, bajan la luz y los empleados se pegan unas siestas apoyados sobre los escritorios que dan envidia pero es que el Presidente se había tumbado todo lo largo que era (que no lo era mucho) en el sofá de su despacho. Le dimos un tiempo para que se reacomodara y acicalara y nos sentamos a departir en el mismo sofá como si tal cosa.
Me quedé con la sensación como que estábamos profanando algo. 😬
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